Dani Martín: «No quiero gustar a los que no les gusto»
El cantante publica «Lo que me da la gana», un trabajo con rumba, rap, cabaret y pop con su sello personal en el que, aunque cante mentiras, casi todo es verdad
Creada:
Última actualización:
El disco viene dentro de una bolsa que parece de comida para el astronautas o de los geles que toman los ciclistas en carrera, pero mucho más grande. «Lo que me dé la gana» (Sony), de Dani Martín, aparece hoy publicado en una gloriosa edición que incluye postales, un rasca y gana y un cuaderno de anotaciones del artista. En él, Martín ha escrito: «Sufro mucho. Sufro sin tener una realidad a la que agarrarme, odio la exposición, la incertidumbre y el miedo al rechazo». También dice: «Hoy es de los días que más asustado estoy desde que empezó mi carrera. Empieza todo de nuevo y mi cerebro me dice que todo va a ir mal, que no querrá venir nadie a mis conciertos y que no os va a gustar el ''single''». Pero así es como se sentía antes, el día que escribió ese diario. Cuando hablamos con él, en la víspera de la publicación del álbum, que ha sufrido el doloroso retraso de la pandemia tras una lenta cocción, se confiesa feliz de, por fin, poder hablar del trabajo como una realidad. «He hecho el disco del que he sido fan toda mi vida», asegura de esta mezcla de pop, cabaret, rap y hasta rumba a la que nunca se había atrevido antes.
Morente y Ginebras
Dice que ya ha prestado demasiada atención a las voces de fuera, a la presión social, las opiniones ajenas. «He contado demasiado con eso toda mi vida. La exigencia, la burla, el sentirte señalado, es agotador. Es mejor disfrutar de tanta gente que quiere ir a verte tocar. No soy un terrorista musical ni mala persona. Soy un tipo que hace una música que a muchos no les gusta. Y que da unas declaraciones que a muchos no les gustan. Pero eso no depende de mí y he aprendido a no darle importancia». Por eso se ha atrevido a hacer un disco con una enorme mezcla de estilos. «Demasiadas veces intentan ponernos en un rol: el malote, el cantautor moñas, el rockero y tal. Pero yo llevo 35 años escuchando a Public Enemy, la Polla Records, los Ronaldos, los Nikis, Los Rodríguez... ¿Y por qué no puede convivir eso en un disco? Aúna todo lo que he sido fan: Rage Against de Machine, Morente y Camarón y Guns’N Roses. Y no sé por qué no te pueden gustar dos cosas tan distintas. Me gusta Green Day y Ginebras. Si pudiera pedir un deseo sería ir a un concierto de ellas. Me imagino un sábado yendo a comer y luego ir a verlas. Me encantan, me han devuelto una frescura que hace tiempo que no escuchaba. Despiden algo que es increíble y que conozco. Deben estar disfrutando de esas sensaciones...», dice con aire nostálgico. A pesar de tener la madurez suficiente para no ceder a la presión externa, tiene la inmadurez suficiente para emocionarse con lo que hace. «Espero no perderlo, porque querrá decir que me he convertido en un señor que solo está en esto para ganar dinero y eso no me interesa. Quiero sentirme vivo, me interesa lo que genera mi profesión y la emociones de las canciones», explica Martín, que piensa que la palabra músico le viene grande. «Ni siquiera me considero músico, la verdad. Creo que soy una persona que transmite sus emociones y vivencias con un boli y una guitarra». Y con un poco de ayuda de sus amigos: Coque Malla, Alejandro Sanz, Juanes, Camilo y, fugazmente, Sabina, cantan con él en el disco.
Historias reales
Vivencias como la pérdida o más bien el recuerdo de su hermana en «Cómo me gustaría contarte». O el desamor de «Julia», que, admite, es una historia real, o el recuerdo de su padre en las tardes de fútbol para ver al Atleti que canta en «Capitán». En «Mentira», una de las canciones más confesionales del nuevo álbum, canta: «la chulería que yo he adoptado para camuflar la inseguridad. Mentira, mi vida es una mentira y me la inventé». Pero quizá no es todo una mentira, después de todo, ¿no?. «Hay mucha mentira, errores y equivocaciones. Y eso te lleva a ponerte en marcha para crecer, conocerte, darte cuenta, no volver a hacerlo», asegura. Sin embargo, los errores no son mentiras, son verdades. «Cierto, son verdades. En realidad es maravilloso equivocarse; y darse cuenta, más todavía».
La fortaleza de Dani Martín como compositor viene de hacer explícita esa autocrítica. «Creo que vengo enseñando esa verdad, mi cara real, desde hace mucho tiempo. Ahora me siento mejor con lo que soy y no pretendo gustar a quien no le gusta mi música. Ni ir de auténtico. Y para mí es la leche haberlo conseguido, emocionarme con lo que hago y con quien soy. Y sí, soy frágil. Lo soy en mis sentimientos y en mi manera de amar, de querer y de huir. Pero me considero muy valiente a la hora de reconocer quién soy y lo que hay e ir a muerte con ello».