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Crítica de “Rebeca”: Manderley Redux ★★✩✩✩

Kerry Brown / NetflixKerry Brown / Netflix
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Director: Ben Wheatley. Guión: Jane Goldman y A. Waterhouse según la novela de Daphne Du Maurier. Intérpretes: Lily James, Armie Hammer, K. S. Thomas. Reino Unido, 2020. Duración: 121 minutos. Thriller.
Anoche no tenía ganas de volver a Manderley, porque, en mis sueños, la recordaba envuelta en celofán de niebla, como una casa de muñecas de la que aparecía una mano para agarrarme. No sé si le voy a perdonar a Ben Wheatley que me obligara a hacerlo, sobre todo porque su mansión -y sí, las comparaciones son odiosas- no se parece en nada a la de Hitchcock. Parece recién salida de un ‘heritage drama’, de una de esas series de prestigio que Margaret Thatcher potenció para celebrar el imperialismo británico. Si uno repasa la carrera de Wheatley -“Kill List”, “Turistas”, “The Field of England”, “Rascacielos”: ¡vaya cuarteto!- podía esperar algo mucho más radical que este telefilme que aspira a ser exégesis del melodrama gótico y se queda en teatro filmado, acelerado por una suerte de decisiones de montaje caprichosas que contrastan con su carcomido aspecto neoclásico.
Es curioso que Wheatley, que había salido airoso de adaptar una novela tan imposible como el “Rascacielos” de Ballard, se haya arrugado ante el genio de Hitchcock (que no el de la escritora Daphne du Maurier, de la que ha respetado fielmente el argumento). No hay más que comparar -sí, otra vez- a ese galán de cartón piedra llamado Arnie Hammer con el aristocrático a la par que siniestro Laurence Olivier para ser conscientes de lo corto que se queda este ‘remake’. Y qué decir de la señora Danvers: allí donde Judith Anderson caminaba casi como un fantasma sobre corazones negros, y le bastaba acariciar de forma lasciva la ropa de su amada Rebeca para que supiéramos que no hay fuerza más destructiva que el ‘amour fou’, Kristin Scott Thomas pasea su acostumbrada severidad con la convicción de una institutriz que, si no espabila, va a perder su empleo.

Lo mejor:

Lily James hace lo que puede para modernizar la timidez neurótica de Joan Fontaine

Lo peor:

Corroborar que tocar un material del que Hitchcock se apropió es una mala idea