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Plagas

El temor, según los neurólogos, es el virus que más rápido se transmite
Juan Manuel Serrano ArceEuropa Press
La Razón

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Un relato del Antiguo Testamento cuenta lo que supusieron las diez plagas de Egipto. Dios infligió a sus ciudadanos graves castigos que siguen resultando espantosos hoy día: conversión del agua en sangre (la contaminación del agua es un peligro insoportable en cualquier tiempo y lugar), distintas invasiones de ranas, piojos, moscas, langostas y saltamontes; la peste del ganado, úlceras, lluvia de granizo, ¡y de fuego!, tinieblas y muerte de los hijos primogénitos. ¿Qué país, qué ciudadanos por estoicos, valerosos y resignados que estos fueran, serían capaces de aguantar algo así…?
Dios consiguió su propósito: que el gobernante liberase a los esclavos hebreos. No resulta difícil romper las cadenas de un pueblo cuando se tiene a Dios en el equipo y dispuesto a usar tan expeditivos métodos de persuasión… La muerte masiva es el mejor argumento, por supuesto.
Los estudiosos de la neurociencia aseguran que nada se contagia con más rapidez y facilidad que el temor y el miedo. Emociones que saltan de una cabeza a otra con una eficacia pasmosa. El miedo es el coronavirus de la mente. Produce daños y quebrantamiento de la razón, y genera personalidades y pensamientos negativos.
En nuestros días, el terror se ha apoderado de la mayor parte de la sociedad porque la amenaza de la pandemia, con su riesgo de muerte, enciende en los seres humanos la llama de un desasosiego ancestral que activa las pesadillas más eficaces de la naturaleza humana. Si algo puede dominar la voluntad de las masas es la inminencia de una plaga mortífera.
Lo que estamos comprobando es que el miedo es utilizado hoy día como un elemento de control y chantaje que ya no precisa al Dios del Antiguo Testamento para ser manipulado divinamente, puesto que los seres humanos hace tiempo que aprendieron a utilizarlo con enorme eficacia.

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