Sección patrocinada por sección patrocinada
Música

Música

Ramoncín: “Es un escándalo que hayan tenido que salir los técnicos a pedir trabajo para los músicos”

El músico, escritor y ex directivo de la SGAE lanza un documental sobre su vida y se muestra crítico con la profesión: “Una ''rockstar'' con el frigorífico vacío es un desgraciado como cualquier otro, es un obrero”

El cantante José Ramón Julio Márquez, «Ramoncín»
El cantante José Ramón Julio Márquez, «Ramoncín»larazon

Tenía ganas de contar la «verdad objetiva» de su trayectoria desde el madrileño, obrero y portuario barrio de Delicias hasta el año de la pandemia. Ramoncín, Ramón Márquez (Madrid, 1955), irrumpió en el panorama musical con una actitud y una presencia que causó un estruendo y hasta cierto escándalo social. Pero en la música hizo una carrera que se le quedó estrecha. Ramoncín se acercó a intelectuales como Umbral, a los debates televisivos, y después amplió sus actividades como escritor y presentador de televisión. Finalmente, se incorporó a la Sgae para ser protagonista de la lucha por los derechos de autor, unas actividades, que, según el músico, distorsionaron la percepción de su imagen y su trayectoria. Para corregir eso presenta “Mi vida en el filo”, un documental dirigido por Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, que está disponible en vídeo bajo demanda tanto en Amazon Prime como en Filmin, FlixOlé e In-edit TV.

-Antes de nada quería preguntarle por cómo ha pasado la pandemia.

-Regresé de un trabajo en marzo en Salamanca y mi mujer se quedó en la Sierra de Madrid y me dijo: “mañana te veo”. No nos vimos en tres meses. Y por medio se murió mi madre. Una mujer muy mayor, en una residencia, con 89 años. Se la llevó el “bicho”. Lo bueno es que no sufrió nada y bueno, se durmió. Ella no sabía qué hacía en la residencia con lo joven que se veía. Se durmió el 10 de abril y ya está. Yo lo he vivido más que por la pérdida de mi madre, que era esperada, por lo triste de no poder verla.

-¿Cómo fue el proceso?

-Tienes que confiar en que vives en un Estado decente con autoridades decentes y cuando un día se presenta en tu casa un señor al que no conoces de nada y te trae las cenizas de tu madre tienes que pensar que son las de tu madre y que todo está bien. Y eso es acojonante. Te dan el certificado, la trazabilidad, y bueno, te lo tienes que creer y nos lo hemos creído. A cualquiera que le pille flojo te deja hecho polvo. Pues esto lo han vivido 14.000 familias más. Personas que no tienen a ciencia cierta que tienen los restos de sus familiares. Yo tengo las cenizas. Ahí están. No tengo ningún mal rollo ni nada.

-Nadie de la familia pudo despedirse.

-No, nada, nada. Hablas con el médico, qué tal está hoy y eso. Y bueno, pues cuando falleció le pedí al médico que me diera su palabra de que no había sufrido. Y me dijo que me lo prometía, que se llamaba fulano de tal y que la habrían puesto paliativos si era necesario. Pero que no podíamos ir a verla. Ni uno, ni dos, ni nadie. Y luego al tanatorio, a un frigorífico, y luego la incineraron sin más. Pero es que cada día se cae un Airbus de 200 personas en España por esta razón. Esto todos los días. Y tienes que oír a los mamones y a los descerebrados haciendo política.

-¿Qué opinión tiene de la gestión de la crisis?

-Espero que, cuando todo esto pase, se miren al espejo y se les caiga la cara de vergüenza. Por cómo se han portado unos y otros. Que se den cuenta de lo mal que lo han hecho y que no se puede vivir en un país donde no se ponen de ascuerdo ni por esto. Por un puñado de votos, es increíble. Porque ¿aquí van las vidas, o los votos? Espero que haya una importante investigación de la Fiscalía de oficio, sobre el precio que hemos pagado por privatizar la sanidad pública. Que la polarización política, ya venía de antes y en vez de unirles les ha separado más. Hasta llegar a una moción de censura que plantea un partido marginal para ver si rascaban algo porque sus publicistas se lo aconsejaban. Pero con la gente muriéndose. Lamentable.

-Me siento frívolo si hablamos del documental. Pero es una visión de toda su carrera.

-No, no, al contrario. Bueno es que esto ya sabes cómo es. O te escriben una biografía o te la escribes tú. Yo escribiré la mía, porque lo prefiero. Pero es que no somos lo que creemos que somos, sino lo que nos demas creen que somos. Y uno se enfrenta a eso. A si quieres ser un muñeco, el que sale en la tele, o la persona que eres. En el documental trataba de mostrar la persona que soy y he sido. Ni mejor ni peor, ni buena ni mala, pero con la verdad por delante. Los hechos y las fechas. Lo que no se puede cambiar. Si yo hice algo el primero, se dice. Y no es que sea mejor ni peor, pero si hay que decirlo, se hace. Se trata de situar las cosas históricamente para encontrar la verdad objetiva. La verdad absoluta no existe. Alguno dirá que si he hecho un “florilegio”, y que sale todo el mundo a hablar bien de mí. Bueno, si sale alguien a decir algo malo, que lo haga, pero que explique por qué.

-Si tiene esa necesidad es porque durante tiempo se ha contado una versión que es distorsionada de su carrera.

-En el mundo anglosajón se respeta que una persona haga canciones que se ponen en las discotecas o en las fiestas y además tenga un programa de televisión que va bien y vaya a tertulias porque esa persona se expresa bien. Y que escriba un diccionario y libros de poesía. Pero aquí tenemos el fundamentalismo de los auténticos del rock, que es tanto como el islámico. Aquí te tachan porque te has cortado el pelo o te has comprado un coche. Y yo he aprendido que el disfraz de auténtico está chupado, lo que es más difícil es ser de verdad. Pero aquí se pone mucho la boca en un sitio y la cartera en otro. Y a esos les tengo la matrícula tomada y en mi biografía irán con nombres y apellidos.

-En el documental se trata de presenciar la primera generación que envejece en el rock. ¿Usted sabe cómo quiere hacerlo?

-Es algo que decides antes. Yo me acuerdo en el año 1991 cuando muere Toño de Burning, cuando también murió otro guitarrista que había tocado conmigo. Y se murieron porque se tomaron en serio lo del sexo, drogas y rock & roll, pero sin darse cuenta de que el envoltorio es delicado. Yo me alejé de ese camino.

-¿Volverá a sacar disco?

-Sí, y no uno, sino dos. Tenía mucho material. Tengo una serie de canciones pero que n o es el momento. Mientras se pasa todo esto, como soy dueño de todo lo referente a mi trabajo, guardo unas cintas del concierto que dimos en Pamplona en 1984 que se hizo en mono para TVE pero yo hice una grabación en estéreo y la tenía guardada. Saldrá en enero. Suena muy bien, lo masterizamos sin tocar nada. Y mientras sale el disco nuevo, pues está este. Pero no nos podemos juntar ni a ensayar.

-El documental aborda también lo que sucedió en festival Viñarock de Villarrobledo (Albacete), en 2006, cuando tuvo que suspender su actuación por los objetos que el público le lanzaba. Usted se había convertido en el protagonista de la lucha por los derechos de autor de los artistas y Miguel Ríos aparece en la película reconociendo que el colectivo de músicos le abandonó, que le dejaron solo defendiendo los derechos de todos. Y hoy el colectivo sigue sin existir.

-Me parece escandaloso. Se trata de un colectivo que no existe, que está en permanente disputa porque ha vivido en la competencia y eso es lo único que les importa. Yo he vendido tanto, yo hago tantos bolos, yo cobro este caché. Y eso es muy paleto, pero no nos lo hemos quitado de la cabeza. Y no hay una conciencia. Cuando el colectivo no apoyó lo que yo hice en aquellos momentos se hizo daño a sí mismo. Las cifras son claras: la sociedad de autores española (SGAE) recaudaba 360 millones de euros, y la francesa, 700. Ahora deberíamos estar en 700 y no llegamos a 200. La Sacem recauda 1.400. Los perjudicados somos todos. El autor francés cobra muchísimo más que un español por lo mismo. ¿Y qué ha sucedido? Que el colectivo no existe, no tiene fuerza, y han tenido que salir los técnicos, los “roadies”, los ayudantes, los trabajadores a pedir trabajo para el patrón. Porque si él no trabaja, ellos no cobran. Es insólito, muy fuerte

-Una paradoja de las que...

-...yo creo que este colectivo, si tiene algo de vergüenza, ya no se repone jamás de esto. Han salido cuatro o cinco. Pero es que cuando los políticos ven salir a unos señores que no conocen de nada y los llamados “patrones” están en casa tocándose los huevos... pues ellos mismos se preocupan de otra cosa, no sienten la presión.

-La cuestión es que los músicos deberían representarse en un sindicato o asociación.

-Claro. Están los autores representados en la Sgae. Pero es que de las últimas elecciones de las que tanto se ha hablado, de 120.000 afiliados, se les daba voto a todos y van 3.500 y te diré. Más de la mitad en voto telemático y delegado. No se han molestado mucho. Y sí, hay sindicatos de músicos de provincia y tal, pero no uno unificado de músicos que defienda sus cosas. Si no te gusta sindicato, una agrupación. Pero es que los músicos no tendrán jubilación cuando sean mayores y no se dan cuenta. La precariedad es absoluta y nos damos cuenta de que estamos jodidos cuando ya es muy tarde. Y es nuestra culpa.

-Es necesario que haya un cambio de mentalidad. Los músicos se creen que son estrellas, pero son trabajadores o autónomos. Tiene que haber una toma de conciencia, imagino, de clase.

-Es que una rockstar con el frigorífico vacío y su familia tiesa, es un desgraciado como cualquier otro. Es un trabajador, un obrero. Cuando uno recibe una retribución por su esfuerzo es un trabajador. Pero creo que a mucha gente le va a venir bien porque muchos se van a quitar mucha tontería, van a darse cuenta de que tiene que luchar por los derechos de todos y que haya una dignificación del oficio. Los que tenían mucho dinero y están tirando de ellos, van a ver la precariedad en la que hemos vivido. Y se va a desenmascarar a mucha gente también.

-¿Votó en las elecciones de la Sgae?

-No, no. Yo no hago nada absolutamente. Defiendo mis derechos, peleo por ellos, dispongo de mis grabaciones. Y cuando veo las listas, a muchos les veo venir, les tengo tomada la matrícula. Espero que les vaya bien, yo sigo afiliado a esa casa y veo la diferencia que hay en otras entidades como la AiE. Ahora parece que hay otra gente y que han vuelto las multinacionales a la sociedad y que han recuperado el terreno. Vamos a ver si se acercan a la Sacem.