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La Trinidad, el rock y la ruina

Los malagueños lanzan su prometedor debut, «Los edificios que se derrumban»

Jorge Zúñiga, Carlos Guerrero y Sixto Martín, la Trinidad, en una imagen de promoción
Jorge Zúñiga, Carlos Guerrero y Sixto Martín, la Trinidad, en una imagen de promociónSonido muchacho

En una frase atribuida a Frank Zappa, se dice que escribir de música es como bailar sobre arquitectura. Pues el álbum de debut de los malagueños La Trinidad toma la arquitectura real y metafórica como leit motiv. «Los edificios que se derrumban» (Sonido Muchacho) es un disco que está ligado a una estética. «Estuve viviendo en Praga de Erasmus en un barrio de arquitectura brutalista que me gustaba porque su filosofía es la de dar casas para todos y que nadie esté en la calle. En cambio, en Málaga, los PAU que están haciendo son como manzanas cerradas donde hacen una calle interior falsa que imita a una real, para que nadie tenga que salir de la urbanización. Es como ''El show de Truman'', algo un poco perverso y perturbador. Como si la calle fuera peligrosa porque está llena de pobres y ellos están a salvo», dice Sixto Martín, cantante de la banda que forma junto a Carlos Guerrero y Jorge Zúñiga y que lleva el nombre de su barrio en el título. «El disco habla de los dos derrumbes. Del real, por ejemplo, el del edificio de la Mundial que han tirado abajo en Málaga y del resto de cosas que caen. También habla del final físico de una persona, una amiga mía que falleció en Praga estando conmigo», añade Martín.

La «clase media»

Y es que la arquitectura define muchas cosas, como la escena musical. «En Málaga apenas hay una escena porque uno de los problemas es que no hay salas. No conceden licencias desde el año 97 y quedan muy pocos locales donde se puedan organizar conciertos o ir a verlos. y así es imposible que haya un interés y aparezcan grupos. Los bares alternativos los van chapando y al final quedan tres sitios contados», dice Zúñiga. «Vivimos en una ciudad cada vez más descaradamente orientada al turismo y todo lo que se sale de la hostelería tiene que irse fuera. Madrid está lleno de malagueños que se dedican al diseño, el audiovisual o que son creativos en muchos ámbitos pero que no reciben el menor apoyo o interés de las autoridades. Luego la llaman la ciudad de los museos...», añade Sixto.

El disco, una fórmula que mezcla el punk, el pop y el garage, está lleno de dobles sentidos, con letras, a veces, corrosivas, como la de «España Invertebrada», surgida de una sátira del político babosa, sin huesos, que se arrastra de tan vacío que está. «Es una sátira que me surgió cuando vi que el título de la biografía de Abascal que escribió Sánchez-Dragó se llamaba ''España Vertebrada''. Pero bueno, que yo lo llevo a la caricatura. Nosotros hacemos canciones políticas pero no ''agit-prop'', sino que preferimos un retrato de broma», dice Sixto. Pertenecen a la clase obrera de la que trabaja para pagar la carrera y que tienen madres con 40 tacos que trabajan de lo que sea. «El liberalismo es un invento brillante. Te compras un ''home cinema'', juegas al pádel, tienes amigos como tú, un coche mierda y vas a cuatro bares, pero eso no te hace clase media si no puedes mantener a una familia», apunta Martín. ¿Y la música? «Es un sueño adolescente e imposible. No hay más que ver la diferencia de cómo envejecen los músicos aquí y en Inglaterra. En ''Cachitos de hierro'' (La 2). parecen piezas de museo. Está casi descartado». Porque es una ruina.