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Andreu Nin, el marxista incómodo para la izquierda

Con Negrín al frente, se organizó un complot para acabar con el líder del POUM, que fue arrestado por el servicio secreto soviético, NKVD, junto a la plana mayor del partido. Terminaron matándolo, fue desollado vivo
Agusti Centelles
La Razón
  • César Alcalá

    César Alcalá

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Si hay un nombre tabú para la izquierda española ese es el de Andreu Nin. Nació en El Vendrell el 4 de febrero de 1892. Es uno de los personajes más importantes del marxismo revolucionario en España. En 1919 ingresó en la CNT. En 1921 asistió como delegado de la CNT para asistir al tercer congreso de la Internacional Comunista y al congreso fundacional de la Internacional Sindical Roja. En Moscú, colaboró con Trotski para oponerse al ascenso de Stalin dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética. Tuvo que abandonar Rusia en 1930.
En 1931, fundó la Izquierda Comunista de España en Barcelona y, al año siguiente, fusionó su partido con el Bloque Obrero y Campesino para formar el POUM e intervino en los sucesos de octubre de 1934. Al estallar la guerra se convirtió en el máximo dirigente del POUM, siendo nombrado conseller de justicia hasta diciembre de 1936. Su cese se debió a las presiones comunistas. En diciembre de 1936 el Comintern dio la siguiente instrucción al PCE: “Suceda lo que suceda, hay que conseguir la destrucción final de los trotskistas”.
El POUM fue fundado el 20 de septiembre de 1935 gracias a la unificación del Bloc Obrer i Camperol y Esquerra Comunista. Sus principales líderes fueron Joaquín Maurín Julia, Andreu Nin Pérez, Julián Gómez García, alias “Gorkin”, Pedro Bonet Cuito, Juan Andrade Rodríguez y Jorge Arquer Saltó. El objetivo del POUM era la instauración transitoria de la dictadura del proletariado a través de la insurrección armada, la unidad sindical, y la fusión del PSOE y el PCE. Estaban más cerca de Trotski que de Stalin.
A medida que las tensiones anti-trotskistas se hicieron más evidentes, incitadas por el PCE y el PSUC, y tras los sucesos de mayo de 1937, Nin fue detenido por la policía política soviética a las órdenes de Stalin. Trasladado a Valencia y posteriormente a Madrid, fue torturado y asesinado por orden del general Alexander Orlov, en Alcalá de Henares el 20 de junio de 1937. ¿Por qué lo asesinaron? Les molestaba.
Andreu Nin es uno de los personajes más importantes del marxismo revolucionario en España. En junio de 1937 hubo un cambio ministerial. Francisco Largo Caballero es sustituido por Juan Negrín. El primero se negaba a ilegalizar el POUM de Nin. Por eso Negrín tomó las riendas del país. Con Negrín al frente, se organizó el complot para acabar con el líder poumista. Los agentes de NKVD, servicio secreto soviético, detuvieron a la plana mayor del POUM. A Andreu Nin lo trasladaron a Madrid. En realidad no tenían nada para inculparlo. Tampoco les importó. Lo acusaron de ser un agente nazi al servicio de Franco. Le dieron una brutal paliza para que confesase. Andreu Nin no dijo nada. Lo molieron a palos hasta darlo por muerto.
Al ver que no moría, se lo llevaron a un garito donde las Brigadas Internacionales solían depurar a los antifascistas que no rendían culto a Stalin. Según un agente soviético fue desollado vivo. Se dijo que un grupo de la Gestapo había entrado en Madrid y se había llevado a Andreu Nin a Burgos. Era un traidor y por eso debía morir. La verdad era muy diferente. Andreu Nin nunca traicionó sus ideales. Desde hace setenta años su cuerpo ha estado presuntamente enterrado en una fosa de Alcalá de Henares.
El comunista Jesús Hernández, que fuera ministro durante la Guerra Civil, explica sobre la desaparición de Andreu Nin: “En la calle de la España leal y en el mundo entero arreciaba la campaña exigiendo el conocimiento de su paradero y su liberación. No podía prolongarse durante mucho tiempo esa situación. Entregarlo con vida significaba una doble bandera de escándalo. Todo el mundo hubiera podido comprobar los espantosos tormentos físicos a que se le había sometido; y, lo que era más peligroso, Nin podía denunciar toda la infame trama montada por los esbirros de Stalin en España. Y los verdugos decidieron acabar con él”.
Nadie creyó que Nin fuera espía. Ni Manuel Irujo, ni Indalecio Prieto, ni Lluís Companys. Este último declaró: “La opinión pública catalana no puede creer que Nin sea un espía fascista”. Sin embargo, fue acusado, torturado y asesinado por esta injuria.
La acusación de que los miembros del POUM eran rebeldes a la causa republicana es, a todas luces, la página más negra escrita contra sí mismo por el PCE. Se hicieron cómplices de los servicios secretos soviéticos y, hasta la fecha, no han pedido perdón por el crimen cometido contra Andreu Nin. Es más, el exconseller Joan Saura (impulsor del memorial democràtic catalán) llevó la hipocresía a niveles de insultar nuestra inteligencia. Interesado exclusivamente por los represaliados del franquismo, nunca pedido disculpas por el asesinato de Andreu Nin, ni por las miles de personas que fueron asesinadas en las checas barcelonesas.