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Su cine, su legado y un misterio que está a punto de ser resuelto

El director valenciano, responsable de títulos como “Plácido”, “El verdugo” o “Patrimonio Nacional”, fallecía el 13 de noviembre de 2010 a los 89 años
Servicio Ilustrado (Automático)REMITIDA/ EUROPA PRESS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Junto al esperpento al que asociamos a Valle-Inclán, quizá el legado de Luis García Berlanga (Valencia, 1921) sea uno de los que más vivo está por su uso en lo cotidiano. No en vano, lo “berlanguiano”, aunque se utilice en demasía o erróneamente, sirve para hacer referencia a las situaciones en la que la tragedia y la comedia se dan la mano en una especie de divertimento macabro con estrepitoso resultado. Si a ello le sumamos el velado componente político de su cine, su influencia nos sirve día a día para hablar de las ocurrencias de nuestra clase dirigente y, de algún modo, homenajear su legado.
Cuando se cumplen 10 años desde su fallecimiento, el 13 de noviembre de 2010, iniciativas como la de la Fundación SGAE, que le dedicó un ciclo de cine y conferencias, intentan mantener vivo el recuerdo del director de “Plácido”, “El verdugo” o “Patrimonio Nacional”. Además, en junio del año que viene se verá abierto su depósito en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, la cámara acorazada en la que diversas figuras de la cultura española han guardado pequeños tesoros para las generaciones futuras.
Allí donde los grandes hombres y mujeres de la literatura y el arte han depositado medallas y títulos póstumos, Berlanga dejó un “secreto” que pidió que se no se revelara hasta la apertura de su cajón, prevista para el 21 de junio de 2021. Las teorías abarcan desde la revelación de misivas con gente del régimen, un guion inédito o hasta alguna pieza de su curiosa colección de pornografía y “bondage”, pero lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta el por qué del celo del director valenciano con su mensaje para las generaciones venideras.
Más allá de “Bienvenido Mr. Marshall”
Si bien el deterioro de su salud marcó el recuerdo más próximo de Berlanga, que padecía Alzheimer y debía desplazarse en silla de ruedas, su filmografía permanece perenne en el olimpo de la comedia española. Aunque debutara de la mano de su admirado Juan Antonio Bardem, el éxito de “Bienvenido Mr. Marshall” le prometió vender con soltura sus proyectos, tal y como recordaba el director Mario Camus en entrevista con La Razón: “Si en los sesenta no habías conseguido por lo menos un éxito, ya te podías ir olvidando de que te abrieran siquiera la puerta los grandes estudios”.
Así es como llegaron “Plácido”, la reverenciada “El verdugo” o sus incursiones más despreocupadas como “¡Vivan los novios!", protagonizada por uno de sus actores fetiche, José Luis López Vázquez con el que colaboraría también en “Patrimonio Nacional” y “Moros y cristianos”.
Antes de que entráramos en el nuevo mileno, firmó el que sería su último largomentraje “París Tombuctú”, con Concha Velasco, pero lo que no muchos saben es que después de ello dirigió un cortometraje: “El sueño de la maestra”, una revisión casi autoparódica de su cine y su legado que protagonizaban Luisa Martín y Santiago Segura. De hecho, uno de los grandes misterios de su Caja de las Letras pasa por este último trabajo, que vio la luz en 2002. ¿Es probable que la enfermedad segara el último gran proyecto de Berlanga? Solo habrá que esperar al verano de 2021 para saberlo.
La penúltima conversación
En “El último austrohúngaro. Conversaciones con Berlanga”, que reedita Alianza Editorial para conmemorar el décimo aniversario de la desaparición del realizador valenciano, los autores Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les recuperan una serie de entrevistas de los ochenta que en su momento prologaba Francisco Umbral. La nueva edición de las conversaciones pasa por un nuevo estudio de su obra, ahora teniendo en cuenta sus últimos trabajos para el cine y la televisión a finales de la década de los 90.
296 páginas / 22,00€