Alba Molina: «Todavía me da vergüenza cantar con mi madre»
La artista, hija de Lole y Manuel, publica «El beso», un álbum de sonido jazz en el que canta con su madre y su hija
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Después de cinco años sumida en el repertorio de sus padres, los incomparables Lole y Manuel, que dieron lugar a tres discos e innumerables conciertos de celebración de su obra, Alba Molina (Sevilla, 1978) necesitaba retomar el hilo de sus inquietudes. Arrancó el proyecto de «El beso», su nuevo álbum, justo antes de la pandemia y le sacó partido al desastre. Canciones de Alejandro Sanz, Antonio Vega, Billie Holiday y de Jairo de Remacha vestidas de jazz. «Espero que sean un bálsamo», dice la cantaora.
–¿Tenía una idea clara del álbum que quería hacer?
–No, el disco ha ido el resultado de un estado de ánimo mío. Estoy así y es como ha salido. No he pensado hacer un estilo u otro, sino el que me apetecía en el momento en el que estoy, que es una fase más cariñosa. Sensible siempre soy, pero me siento más vulnerable y más niña. Antes, en ese sentido, iba con el freno de mano echado. Pero ahora me encuentro más dulcificada.
–¿Mostrarse así, «sin freno de mano», tiene que ver con la confianza como artista?
–No tengo sensación de necesitar demostrar nada, nunca la he tenido. Es un estado de ánimo. No tengo prisa ni quiero llegar a ningún sitio con necesidad imperiosa, ni me interesa ir arrasando. A todo el mundo le gusta gustar y necesito pagar las facturas. Y nos gusta gustar, ese es el ego. Pero este disco tiene poco ego, es de corazón. En realidad me ocupaba más de quitar que de poner. Es muy sencillo y muy natural.
–¿Cómo fue trabajar en el confinamiento?
–Lo grabé en solo tres meses, pero había un trabajo enorme que hacer sola. Y tomar decisiones pesa. Pero creo que está bendecido, lo he hecho como he querido y ha tenido aceptación entre la gente que lo ha escuchado. Creo que es como un bálsamo para este año.
–Ahora no podemos dar los besos que nos gustaría...
–Los que somos del sur, calientes de espíritu y de alma, lo pasmos fatal. Yo soy de expresar mucho el contacto físico y el cariño y me cuesta. «El beso» es una canción de Jairo de Remacha que él la tenía guardada de hace años, pero bueno, me ha caído como algo mágico.
–Su hija Lucía y su madre, Lole, están en el disco como parte de esa magia también.
–Me ha hecho muchísima ilusión y es muy importante para mí. Cantar con mi niña es muy bonito y muy dulce. Con mi madre me sigue dando mucha vergüenza y le tengo muchísimo respeto. Pero para mí es todo un lujo.
–¿Vergüenza?
–Porque es la mejor.
–¿Le intimida?
–Pues a ver... no llega a ser una intimidación, pero... tengo vergüenza. Cantas con esa persona, que, aunque sea tu madre, es un icono. Y una pionera en lo que ha hecho mundialmente.
–¿Lucía, su hija, se quiere dedicar a la música?
–Le gustan muchas cosas, como la moda. Y pintar, lo que más. No sé qué hará. Tiene 19 años y yo con esa edad tampoco sabía nada de qué iba a hacer.
–¿Se pone algún límite como artista?
–Ninguno. La verdad es que no suelo pensar a largo plazo. Busco la tranquilidad. No tengo ansiedad ni quiero llegar a ningún sitio.
–¿Cómo ve el futuro inmediato?
–Ahora mismo no veo ninguno. O te mueres del virus o de hambre. Bastante mal. Espero que el disco pueda ser un puente para llegar a algún sitio. Comer hay que comer todos los días y hace falta sentirse vivo.