Galdós, amores que marcan una vida
Jesús Noguero encarna al escritor en una producción del Teatro Español que recorre su trayectoria a partir de las relaciones que mantuvo con las mujeres
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El atasco de la actividad teatral a raíz del parón que ocasionó la pandemia ha provocado que ahora, en la recta final de este Año Galdós, se acumulen en la cartelera los montajes que quieren rendir homenaje al escritor en el centenario de su fallecimiento. Uno de los estrenos más esperados era «Galdós: sombra y realidad», que dirige Pilar G. Almansa a partir del texto escrito por Ignacio del Moral y Verónica Fernández.
Interpretado por Jesús Noguero, el autor de «Misericordia» se convierte en protagonista de una función que bucea en su vida y en su obra a través de sus propios recuerdos y, en la misma medida, a través de los ojos de las mujeres con las que se relacionó íntimamente. Su prima Sisita, un amor juvenil que su familia desaprobó hasta el punto de mandar a «Benitín» a estudiar a Madrid para alejarlo de ella; Concha «Ruth» Morell, actriz de poco éxito cuyo talante independiente y feminista pudo inspirar el personaje de «Tristana»; la inefable y avanzadísima Emilia Pardo Bazán; la modelo Lorenza Cobián –para algunos, trasunto de «Fortunata»–, que le dio su única hija antes de que las depresiones la llevasen a terminar con su propia vida; o la culta y refinada Teodosia Gandaria, con quien se dice que Galdós consultaba incluso los asuntos políticos y literarios, son algunas de esas mujeres que aparecen en escena bajo un juego dramatúrgico que mezcla la ficción y la realidad, y que hace confluir distintos ángulos sobre un escritor de rica y contradictoria personalidad que quiso, precisamente, mantener su vida íntima a resguardo de las miradas ajenas.
«A medida que hemos ido sumergiéndonos en su vida –asegura la directora del montaje–, nos hemos ido enamorando de la persona detrás del escritor: viviendo al margen de muchas convenciones, siempre curioso, con un sentido del deber social por encima de lo común. Y, por supuesto, también nos hemos ido enamorando de todas las mujeres que le hicieron ser quien fue. Todas y cada una de ellas merecerían su propio montaje, porque sus vidas fueron tan apasionantes como la del propio Benito». Algo especial debía de haber en estas mujeres que decidieron tener relaciones con él al margen del matrimonio y de todas las convenciones sociales que imperaban en aquella época. «No me atrevería a asegurar que todas eran modernas –dice Almansa–, pero, desde luego, por lo que yo puedo entender del ser humano, y tal como era Galdós en el plano amoroso, creo que para estar con él sí era necesario tener un cierto espíritu rupturista con respecto a lo establecido».
Argumentalmente, la obra se inicia en los últimos minutos de la existencia de Galdós. Su último gran amor, Teodosia Gandaria, fallecida tres días antes que el escritor e interpretada por Carmen Conesa, será quien invite al protagonista a viajar por su pasado antes del último aliento. Ese viaje le pondrá en tensión con actos y decisiones que fue tomando y que quedaron reflejados, además, en sus novelas y obras teatrales.
Jesús Noguero explica el punto de partida y el fondo del juego dramático: «Ya moribundo y ciego, tiene la gracia y la suerte, en el último minuto, de recuperar la vista a través de sus mujeres. Creo que la pregunta que subyace en la obra es “cómo podría haber hecho las cosas mejor”. Y serán esas mujeres las que le permitirán hacer una revisión de su vida y, tal vez, un ajuste de cuentas». Junto a Conesa, acompañan a Noguero en el reparto Marta Aledo, Amparo Fernández, Diana Palazón, María Ramos y Ainhoa Santamaría. Todas conforman sobre el escenario ese universo amoroso de Galdós que, según su biógrafa Carmen Bravo-Villasante, se plasmó a la perfección en su obra. «No se podría escribir así si no se hubiera sentido antes –puede leerse en uno de los estudios que realizó la filóloga–. Los amores de sus novelas no solo están aprendidos en otras, no son amores librescos; hay una verdad y una vida que nos presentan la veta escondida de un Galdós pasional, aunque enamoradizo y mudable».