“Desafío Total”: 30 años de la película que inventó el futuro
Después de estrenarse en 1990, la película de Paul Verhoeven protagonizada por Arnold Schwarzenegger y Sharon Stone vuelve a la salas españolas
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Han llovido más de tres décadas y su banda sonora, ahora, nos adelanta mejor el disfrute de un partidazo de domingo que aquello para lo que en realidad fue concebida: ser el prólogo de una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos. “Desafío Total” (“Total Recall”, en su original inglés), se estrenó en España en el verano de 1990 y ahora, la distribuidora experta en desempolvar grandes clásicos, 39 Escalones, la trae de vuelta a las salas españolas gracias a una restauración en alta definición.
De hecho, en los tiempos que corren, el filme de Paul Verhoeven se convertirá, con casi toda seguridad, en el estreno de la semana con más pantallas, por encima de todas las novedades de la cartelera que tienen que hacer frente común para sobreponerse al cierre de los establecimientos en Cataluña. La técnica, que ya ha funcionado con “La princesa prometida” o “Con la muerte en los talones” obedece, claro está, a la crisis provocada por el coronavirus pero también está hallando su público en aquellos que buscan el disfrute de los clásicos en experiencia cinematográfica plena o que no pudieron asistir al estreno en su momento.
Un cine que ya no volverá
Basada muy vagamente en un relato de corto de Philip K. Dick, al que Hollywood no pararía de explotar desde el éxito crítico de “Blade Runner” (1982), la película es una de las pocas en la filmografía de Verhoeven en la que no participó en el desarrollo de la historia. Así, la acción que se terminó viendo en pantalla se la debemos a la dupla de Ronald Shusett y Dan O’Bannon, que ya habían escrito el guion de “Alien, el octavo pasajero”, y a Jon Povill, quien luego se quedaría con los derechos de explotación continuada de la historia e intentaría subirse al carro de las franquicias con una fallida secuela y un estrepitoso remake, protagonizado por Colin Farrell.
Para entender por qué cosechó 25 millones de dólares solo en el fin de semana de su estreno, es necesario conocer el contexto en el que vio la luz la película. Verhoeven, todavía a salvo de la cocaína en volquetes y de su tóxica relación con el guionista Joe Eszterhas, venía de dirigir con éxito crítico y de público “Robocop”, su gran salto al cine americano. Aquella sátira sobre el abuso de poder que pocos en su momento entendieron como lo que era, una gran carcajada sobre la policía estadounidense salpicada con gore y tecnofobia conspiranoica, le abrió las puertas de la industria de par y en par y el mundo del cine americano era suyo.
Así fue como Sony depositó en él toda su confianza para que aprovechara el tirón de un Arnold Schwarzenegger que ya se había convertido en una de los actores mejor pagados de la industria. Junto a él en el reparto, una joven Sharon Stone y la experiencia de Ronny Cox y Michael Ironside como las némesis del protagonista. Por este último pasa una de las grandes anécdotas del rodaje, porque “Chuache” notó cómo, cada vez que había un descanso entre escenas, no se separaba del teléfono. Al preguntarle, Ironside reveló que su hermana estaba enferma de cáncer y que era con ella con la que hablaba todo el tiempo. Schwarzenegger, cuenta el protagonista de “Scanners”, le diseñó una tabla de ejercicios, una dieta específica y la aconsejó para que pudiera llevar mejor el día a día de la enfermedad.
De hecho, aunque el “Gobernator” tuviera mucho tirón, su reciente viraje hacia el cine más familiar (“Los gemelos golpean dos veces”) provocó dudas entre los productores. No es de extrañar que por ello tuvieran a Patrick Swayze en la recámara, que además venía avalado por el dinero del mítico Dino De Laurentiis y su productora pero cuya quiebra y caída en desgracia terminaron con el austriaco como el protagonista definitivo.
La película más cara de la historia
Con sus 45 sets de rodaje, sus 500 trabajadores envueltos y sus 65 millones de presupuesto inicial que acabaron rondando los 80 acercándose al estreno, “Desafío Total” se convirtió en la película más cara de la historia en su momento, disputándose el reinado con la “Rambo III” de 1988. Rodada en México por el uso de grandes decorados y lo útil que resultaba el desierto para emular las llanuras de Marte, la producción estuvo a punto de quedar en punto muerto después de que todo el equipo salvo Schwarzenegger y un guionista, Shosett, se intoxicaran por beber agua del grifo.
La estricta dieta del protagonista de “Terminator” y lo hipocondríaco del guionista de “Alien” les salvaron de una indigestión tan grave que provocó que Verhoven tuviera una ambulancia a pocos metros de cada set. De hecho, durante la escena del hotel en la que Quaid se cuestiona si de verdad todo lo que está viviendo es un sueño, el director holandés tenía que parar constantemente para hidratarse y que le comprobaran las constantes.
Otro de los elementos que explica la gran cantidad de dinero que se invirtió en la película es que, casi con total seguridad, se trata de la última gran película de estudio que utilizó miniaturas para recrear planos aéreos, con el elevado coste que ello implica. Además, la escena final y todo lo que envuelve a los disparos de láser empleaban un primitivo CGI que encareció todavía más la producción. Por otro lado, la promoción de la película fue brutal y se llegó a colaborar con Coca-Cola y Pepsi a la vez.
Sharon Stone, que según Verhoeven se ganó en esta película su papel en “Instinto básico”, llegó a posar desnuda para “Playboy” cuando se acercaba el estreno, en uno de los números más vendidos de la publicación erótica en toda su historia.
El futuro ya no es lo que era
Aunque se haya sabido años después, entre revelaciones involuntarias y campañas de mercadotécnica fallidas, la película tiene lugar en el año 2048 d. C. Esto nos devuelve una serie de “revelaciones” sobre un futuro que la propia película se encargó de tejer en el ideario colectivo y en su conciencia del progreso. No es tanto lo que “Desafío total” vaticinó, como lo que nosotros, como raza humana, hemos peleado por alcanzar desde las ideas que planteaba la película. Ya no se trata de lo que predijo, si no de lo que nosotros hemos intentado cumplir de cuanto avanzó.
Ahí están las pantallas verticales, los fondos programados en busca de un ambiente más calmado, la dictadura de lo audiovisual en las publicidades del transporte público, los coches autónomos, los scanners de seguridad de cuerpo completo en los aeropuertos, los dispositivos de localización que se enganchan al cerebro, el dinero como una mera transacción de datos (“créditos”) y hasta la completa ausencia de niños en un mundo urbano en el que la autoridad policial puede disparar a un civil ante una sociedad impasible. Y todo ello sin entrar en lo argumental, que roza tangencialmente lo ecológico para convertirse en una gran alegoría sobre cómo las grandes empresas explotan recursos naturales de forma ilegítima.
Tres décadas después, Verhoeven es más recordado por su cine sexual que por sus obras satírico-futuristas, Schwarzenegger se convirtió en Gobernador de California y volvió al cine y Rachel Ticotin nunca se llegó a convertir en la gran estrella del cine que parecía destinada a ser tras el estreno de “Desafío total”. La película, como todas las obras maestras del cine, no ha envejecido ni un ápice y sus tesis, más allá de una acción coreografiada hasta la excelencia, nos hablan de un tiempo y un cine tan ridículamente grande que, por suerte o por desgracia, ya no volverá jamás.