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Wonder Woman, villana inesperada contra los cines

La decisión de Warner de programar su gran estreno del año a la vez en salas y plataformas digitales el próximo 25 de diciembre pone contra las cuerdas al sector de la exhibición
Imagen de la película "Wonder Woman 1984"
Clay EnosAP
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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El asunto es tan grave que el llanto desconsolado solo puede ser eclipsado por la risa nerviosa. Al cobijo de la madrugada del miércoles, un avance supuestamente publicado por error hacía que explotara el planeta cine: «Wonder Woman 1984», secuela de la reinvención de la superheroína que rescató la directora Patty Jenkins de su olvido en la gran pantalla, se estrenará de manera simultánea tanto en salas como en plataformas digitales (sin coste adicional) el próximo 25 de diciembre.
La medida, que se anunció horas después del mentado «error» a bombo y platillo como si de un regalo navideño se tratase y con la condescendencia propia de aquellos que están ejecutando su plan económico sin perturbaciones, nos devuelve un panorama desolador: los aficionados a los retos imposibles de Gal Gadot están de enhorabuena, por supuesto, pero los distribuidores quedan atrapados entre la irrelevancia de los estrenos menores a los que se han visto abocados y la navaja a la yugular que es la propia presión por seguir existiendo.
Atendiendo a la propia directora del filme, el estreno de la película en HBO Max solo se hará «allá donde no sea seguro que los cines abran», como si Internet fuera a dejar de existir de golpe y porrazo como milagro de Nochebuena. Los menos críticos dirán que habrá ventana previa de exhibición en salas, pero esas «migajas» de los grandes estudios no pueden entenderse más que como presentes envenenados para terminar heredando el chiringuito. De hecho, el asunto ya se vuelve flagrante si tenemos en cuenta un hecho que ha pasado casi desapercibido: Warner, la dueña de la película, hizo público un acuerdo con el único distribuidor independiente que quedaba en EE.UU. para acortar la ventana de exhibición hasta los 17 días si una película no funciona bien en taquilla (menos de 50 millones de dólares en su fin de semana de estreno). Vítreo.
Es lícito no querer enfrentarse a pérdidas de 200 millones de dólares. Lo que no lo es tanto es aprovechar como carroñeros la miseria de una distribución que se está muriendo ante nuestros ojos. Tal y como en 1918, cuando la mal llamada «gripe española» dio al traste con las ansias emancipadoras de un cinematógrafo por cada pueblo en favor de la concentración capitalista voraz, el coronavirus y el «big three» (Warner, Universal y Disney) están sembrando todo sin ambages para que los otrora sanos intermediarios y «curadores» se queden sin pan ni pedazo. Solo queda apelar a la buena fe de lo pasajero y pedirle a Wonder Woman que, si puede ser, no nos ahogue con su lazo de la verdad.