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Crítica de “Mank”: Ciudadano Fincher ★★★★✩

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección: David Fincher. Intérpretes: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Lily Collins, Arliss Howard. USA, 2020. Duración: 131 minutos. Biopic.
El Hollywood que torturó a David Fincher durante el rodaje de “Alien 3”, casi condenándole al cuarto oscuro de los juguetes rotos, es el Hollywood de Herman J. Mankiewicz, la fábrica de sueños republicana que engrasa su maquinaria de “fake news” para desacreditar a un candidato demócrata con pedigrí comunista, Upton Sinclair. Ni un ápice de nostalgia ni de autocomplacencia en “Mank”, que, a la luz de las últimas elecciones presidenciales, demuestra su absoluta relevancia. “Mank” es muchas otras cosas además de un filme político: es la celebración de la responsabilidad autoral de un guionista -sin la acritud contra Orson Welles con que la crítica Pauline Kael la celebró en su artículo “Raising Kane”- para con una de las mejores películas de la historia del cine.
También es otro de sus brillantes experimentos digitales, en los que el perfeccionismo técnico sirve para recrear un blanco y negro soñado, con su pátina neblinosa y las rúbricas de final de rollo; y es el contundente modo con que salda cuentas con la memoria de su padre, que la escribió hace treinta años teniendo en la cabeza la estructura narrativa de “Ciudadano Kane”, con constantes idas y venidas entre presente y pasado. A ratos “Mank” parece el contraplano de “La red social”, con el guionista, borracho y afilado, convirtiéndose en la némesis del magnate Mark Zuckenberg, que podría ser el William Randolph Hearst de la generación Facebook.
Parecería más obvio que Fincher se identificara con Welles, el artista maldito del cine clásico que aquí es convidado de piedra, pero lo cierto es que sus simpatías van con el escritor, que parece encantado de estar en los márgenes a pesar de que todo el mundo lo tome por un bufón (extraordinario Gary Oldman, sin prótesis), y con la actriz Marion Davies, a la que Amanda Seyfreid aporta una cálida inteligencia. Cine denso, apegado a la palabra, que no hace apenas concesiones al ‘biopic’ al uso.

Lo mejor:

Las escenas entre Mankiewicz/Oldman y Davies/Seyfried, especialmente la que desarrolla en un onírico jardín-zoo.

Lo peor:

Su falta de sentimentalismo enfría en exceso el corazón de su relato