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Mau y Ricky: “No hemos podido volver a Venezuela para saber si la gente está orgullosa de nosotros”

Hablamos con el dúo sobre su infancia, su tierra natal y sobre su nuevo álbum, “Rifresh”, que publican hoy y que viene precedido de la enorme repercusión en redes y en plataformas de sus temas
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En número de reproducciones de sus temas da vértigo. Se cuenta por cientos de millones en todas las plataformas. 200 millones en el caso de Tik Tok y 1.400 millones en YouTube. Pero, cosas del año de la pandemia, nos colamos en el salón de Mau y Ricky para charlar con ellos mientras su perro se interpone delante de la cámara (y le escuchamos ladrar cuando le encierren) y sus convivientes les lanzan preguntas sobre la organización diaria. Cosas de esta nueva familiaridad extraña. El caso es que Mauricio y Ricardo Montaner lanzan hoy “Rifresh”, su nuevo disco, llamado a convertirse en un superventas en todo el mundo.
Mau y Ricky nacieron en Caracas (Venezuela) pero desde muy jóvenes emigraron a Estados Unidos, tras la carrera musical de su padre Ricardo Montaner. “Vinimos a vivir a Miami a los 10 y 7 años y nos hemos dedicado a la música desde siempre, desde que tenemos uso de razón. Y no tuvimos suerte en los primeros 12 años, pero empezamos a escribir para otros artistas y nos grabaron canciones Thalía, Ricky Martin, y a partir de ese momento empezamos dedicarnos formalmente a la música, cuando “Mi mala” nos cambió la vida”, dice Ricky. Los hermanos jugaban a ser sus ídolos, Servando y Florentino, un dúo venezolano, así que desde siempre quisieron ser lo que son: músicos juntos. Otra cosa es que llegar no resultó fácil del todo: “La verdad es que nunca hemos sido nada buenos para los estudios de ningún tipo. Mi peor nota en la vida fue en clase de guitarra y soy guitarrista...”, añade el mayor de los hermanos. “Te fue mal porque te metías en el clóset a tocarle la guitarra a las chicas”, revela Mau. “Evidentemente, me metía a hacerle serenatas a las chicas, pero no hacía las tareas porque me aburría el estudio estructurado y típico. Nuestro estudio real empezó cuando, a partir de los 15 años, fuimos con nuestro padre de gira junto a músicos de 40 años frente a los que teníamos necesidad de estar a la altura. Tuvimos que practicar mucho y así es como nos fuimos formando. De gira”, dice Ricky. Así que no pasaron las cosas por casualidad. “Teníamos claro qué era lo que queríamos lograr y que esos sueños que teníamos tan grandes no vendrían solos. Supimos que tendríamos que partirnos el lomo para llegar a algo. En realidad no conectamos con nuestra música hasta doce años después. Y todas esas frustraciones, ese estar picando piedra y sacar canciones que a la gente no le importaban, fue un crecimiento musical y también como personas. Nos preparó para todo lo que estamos viviendo ahora”, comenta el menor.
Pero finalmente encontraron la fórmula, la identidad musical, que describen de: “honesta o genuina o sin filtro, coloquial. Escribimos como uno habla, con la verdad de cómo nos suceden las cosas”. Solo con un límite, “aunque alguna palabra pueda haber mala, nunca son ofensivas y nuestras canciones no son irrespetuosas hacia la mujer ni a nadie. Y aunque son honestas, lo son porque somos así”. Entonces, como cantan en “Papás”, ¿son una mala influencia? ¿lo son los dos por igual? Ricky: “Posiblemente yo soy más mala influencia que Mau. Él es el suegro y la suegra en el video por eso...”. Mau: “Estoy bastante de acuerdo, la verdad. Pero al mismo tiempo la canción habla de cómo uno se pinta esa película súper horrible antes de conocer a los suegros. Y piensa: “Fijo que no les voy a caer bien, que no les va a gustar la música que hago, que tengo tatuajes o lo que sea. Y la verdad es que en la mayoría de los casos uno se arma una película horrorosa y termina yéndole bien a uno. O a algunos... (risas)”.
Cuando se realizó la entrevista, hace ya algunos días, el recuento electoral entre Biden y Trump estaba “in progress”. Y así sigue. Lo han seguido como si fuera un “thriller” que nunca se acaba, que sigue alargándose. Aunque la familia reside en estados Unidos, “somos cien por ciento venezolanos. Vivimos aquí, pero no tenemos la opción de votar, ni somos ciudadanos. Nuestro corazón e identidad está allá. Y más ahora que nunca nos sentimos orgullosos de ser venezolanos, por varios motivos: Balvin (el artista colombiano) contaba sus historias después de triunfar internacionalmente, volviendo a su país, cómo lo reciben y cómo siente que lo representa en todo el mundo. Nosotros llevamos varios años sin poder regresar y no lo hemos vivido, pero últimamente hemos empezado a notarlo en la distancia. Pero no hemos podido volver a Venezuela para saber si la gente está orgullosa de nosotros. Acaban de suceder los premios de música más importantes de nuestro país. Teníamos 11 nominaciones y nos llevamos siete de los premios. Y fue tan bonito sentir que se dieran cuenta de lo que estamos haciendo afuera... es bonito sentirse que uno pertenece a un lugar”.
El dúo no puede volver a su país por cuestiones políticas. “Por seguridad, más que nada. Porque la opinión de nuestra familia sobre lo que sucede es súper pública y hemos recibido un par de amenazas y cositas así. No queremos pasar sustos. Hubo un par de oportunidades de ir a cantar a Venezuela y lo tenemos prohibido”, dice Ricky. Tienen 30 y 27 años y hace ocho que no pisan su casa. No es lo único que tienen prohibido: “Mi mamá me prohibió dos cosas: no ir a Venezuela hasta que las cosas no empiecen a mejorar o haya otra manera de poder llegar y no tatuarme la cara ni el cuello. Y yo quiero, pero no me deja”.

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