Crítica de “Madame Curie”: Una vida radioactiva ★★★✩✩

Directora: Marjane Satrapi. Guión: Jack Thorne (biografía de Marie Curie). Intérpretes: Rosamund Pike, Sam Riley, Anya Taylor-Joy. Reino Unido, 2019. Duración: 109 minutos. Drama.

Era soberbia, prepotente, brillante, egocéntrica, un genio altivo en un mundo dominado por los hombres, aunque la polaca Marie Sklodowska, ya hacia el final de su vida, confesara que «he sufrido más por la falta de recursos y dinero que por ser mujer». La científica calla, sin embargo, las razones del terror que siente por los hospitales y que comenzó cuando, de niña, perdió postrada en un centro médico a una madre que le pedía besos para salvarse. Junto a Pierre Curie, el apasionado marido de la científica que creía en el espiritismo, y en un París que luego la llamará «sucia judía», desarrollaron la teoría de la radiactividad, un arma de doble filo capaz, hasta día de hoy, de curar el cáncer y también de reventar una ciudad desde las raíces.

El filme de Marjane Satrapi (quien debutara en 2007 con la personalísima y notable «Persépolis») ahonda en la vida y trayectoria profesional de la carismática protagonista con un tono, a veces, demasiado didáctico (esos minerales dando vueltas sobre sí mismos para que el espectador no se pierda mucho en la verborrea académica) en un filme donde algún que otro de los muchos flash bascks descompensan en ritmo narrativo pero también capaz de mostrarnos la parte más emocional y humana de Curie, que dormía con su descubrimiento en un pequeño tubo de ensayo aunque le estuviese costando la vida.