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“Madame Curie”: científica, mujer y madre, en ese orden

Marjane Satrapi dirige el nuevo biopic de la científica, con Rosamund Pike como protagonista
La Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Las grandes vidas inspiran grandes películas. Desde «Madame Curie», de 1943, hasta «Marie Curie», de 2016, pasando por «Los Méritos de Madame Curie», de 1997, el cine ha tenido una especial predilección e idilio con la memoria vital de la mujer que descubrió, muy a su pesar, los elementos químicos del radio y el polonio. Por tanto, ¿qué puede aportar un nuevo filme sobre la afrancesada de origen polaco que cambió el mundo para siempre junto a su marido? Marjane Satrapi, realizadora iraní nominada al Oscar y directora de «Madame Curie» («Radioactive», en su versión original), que se estrena hoy en cines, responde: «Ninguna de las películas anteriores hablaban de su ciencia, todas se centraban en señalar que era una mujer muy sentimental y reflejaban más su vida amorosa que las consecuencias de sus descubrimientos».
Con esa intención, en el filme que protagoniza Rosamund Pike («Perdida») como la primera mujer que ganó el Nobel, y además dos veces, se suceden los saltos en el tiempo: desde el lanzamiento de la bomba atómica hasta la primera vez que se utilizó la radioterapia para combatir el cáncer, todo con el avance de Curie como telón de fondo. La nueva película de la directora de «Persépolis» es tan meridianamente clara como su responsable: «Quería mostrar a la mujer, pero también a la científica. Por eso acudí para documentarme a sus diarios, en los que tachaba de “imbéciles” a sus colegas de la Academia francesa», añade.
Miedo a lo desconocido
«La película también trata sobre lidiar con las consecuencias, a veces inesperadas, de los descubrimientos de la ciencia», explica una Satrapi que cree que su película es «accidentalmente» más relevante que nunca: «Nos enfrentamos a retos como el del virus o la Inteligencia Artificial en los que cualquier descubrimiento es bien recibido y a la vez genera un recelo que no existía en los tiempos de Curie».
A través de secuencias oníricas que, ciertamente, elevan el filme desde los tópicos clásicos del biopic, la directora iraní consigue transmitir las tribulaciones de una mujer que «solo dudaba en lo trivial», según detalla, antes de explicar esa especie de restitución de la figura de Pierre Curie que existe en su película: «Fue el gran amor de su vida y no se le puede retratar más que desde el cariño que ella expresaba por él en sus escritos más personales».
Como pequeña filigrana para los más cinéfilos, en «Madame Curie» se ahonda en la relación del matrimonio y Loie Fuller, célebre bailarina protagonista de los primeros filmes en color: «Fue clave, porque supo explicar a los científicos que su trabajo tendría aplicaciones que no eran capaces ni de imaginar», remata Satrapi.