¿Cómo sería John Lennon en el Siglo XXI?
En el 40 aniversario del asesinato del genio de Liverpool jugamos a especular con su papel en la vida tecnológica: Lennon se parecería a su «aparición» en la película «Yesterday», la de un viejo budista
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Se cumplen ya cuarenta años de la muerte de John Lennon. Debido a las circunstancias novelescas de su asesinato (que le convirtieron en un personaje todavía más mítico de lo que de por sí ya era) se ha escrito prácticamente de todo sobre él. ¿Qué se puede añadir a toda esa tonelada de hemorragias biográficas, a esos millones de kilos de papel escrito y gigas de comentarios digitales? Quizá solo quepa hacerse una última y arriesgada pregunta: ¿qué hubiera sido de él de no haber conocido una muerte tan absurda pero a la vez legendaria? Imaginemos un John Lennon viviendo en el siglo XXI.
Por supuesto, proponer algo así es un ejercicio de ficción, pero como todos conocemos más o menos las habituales circunstancias de la vida humana y sabemos lo que ha sucedido en el mundo desde 1980, la pirueta es tentadora. Para empezar, tenemos el contraste de la peripecia que han supuesto las últimas décadas para Paul McCartney, su reflejo especular. McCartney no ha aportado nada inolvidable a la evolución de la música popular desde entonces. Ha conservado un papel digno, pero ha sido más noticia por los diversos contratiempos y sinsabores de su vida familiar que por seguir en punta de lanza de los modos musicales. Tengamos en cuenta además que Paul, cuando los dos se hallaban vivos, era el que concitaba más la atención por hechos estrictamente musicales, mientras que John resultaba ya un personaje más mediático por sus tomas de postura frente a las cosas extramusicales y, sobre todo, por su manera de expresarlas (su lecho nupcial en pro del pacifismo, sus afirmaciones sobre Jesucristo, etcétera).
Lennon huiría de Twitter
¿Qué actitud hubiera adoptado Lennon en el actual mundo de «celebrities»? Por el fondo de valores de la época que le tocó vivir y por sus manifestaciones ideológicas cabe pensar que hubiera preferido cierto tipo de retiro un poco misantrópico. Pero tampoco podemos afirmarlo a ciencia cierta (es lo que tiene lo contrafactual), porque no podemos olvidar el talento para publicitarse que tenía Lennon y, sobre todo, la tendencia a promocionarse con su pareja, la omnipresente Yoko Ono. ¿Hubieran cedido ambos a la tentación de usar Instagram para dar a conocer sus proyectos artísticos o sus preocupaciones sociopolíticas? Cuesta imaginarse a un John Lennon musculado y otoñal, exhibiéndose por las redes como si fuera un Gianluca Vacchi cualquiera, pero tampoco podemos olvidar que su último trabajo discográfico antes del asesinato se titulaba «Double Fantasy» y ya se mostraba en la portada besándose con su pareja, procurando hacernos partícipes a todos de su felicidad conyugal de una manera, a partes iguales, tan bienintencionada como narcisista. El disco era doble y, desde un punto de vista puramente musical, hoy en día todo el mundo coincide en que la parte interpretada por Yoko Ono resulta perfectamente prescindible, habida cuenta de que lo suyo eran las artes plásticas y no las habilidades canoras.
Esos juicios posteriores de la opinión pública hubieran sido más determinantes hoy en día de lo que fueron en su momento. No hay que olvidar que tarde o temprano, John y Yoko, se hubieran encontrado con la llegada de un mundo impensable para ellos: el de los «haters» de internet. No quiero ni pensar lo que hubiera sucedido con una pareja de una exhibición tan despreocupada y vulnerable a manos de los «haters» de tres décadas después. Lennon era un hombre inteligente y se hubiera dado cuenta rápidamente que se podía luchar contra todo menos contra los elementos mediáticos. Si ya Yoko Ono se ha convertido, con los años, en un estereotipo bromista –tipificado incluso en canciones– la crudeza del sarcasmo de Twiter hubiera sido letal para la autoridad moral de la pareja.
Lo que queda meridianamente claro es que, en las ficciones contrafactuales, hay una resistencia a visualizar, ni siquiera en broma, a un Lennon gordo, envejecido y vestido con trajes extravagantes como le sucedió al último Elvis. Un buen ejemplo lo encontramos en la reciente película «Yesterday», una especie de distopía musical en la que un músico fan de los Beatles tiene que vivir en un mundo donde los Beatles no han tenido éxito y viaja hasta Liverpool para conocer a un Lennon viejo y de clase media. A pesar de estar involucrado en el proyecto de la película un guionista tan vitriólico como Richard Curtis, el Lennon recreado exhibe las líneas de expresión, de ropa (y de abdomen), que todos desearíamos tener el día en que envejeciéramos. El personaje se expresa además con la calma y sabiduría propias de casi un filósofo budista. Es evidente que la muerte injusta y truculenta de Lennon, sumada el legado de sus canciones, han colocado a su figura en el terreno simbólico de la santidad. Pero ¿hubiera terminado así realmente?