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Crítica de “Déjales hablar”: Y Cuckor embarcó en el «Queen Mary 2» ★★★★✩

Meryl Streep
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Director: Steven Soderbergh. Guión: Deborah Eisenberg. Intérpretes: Meryl Streep, Dianne Wiest, Candice Bergen, Lucas Hedges, Gemma Chan. EE.UU, 2020. Duración: 90 minutos. Drama.

Móvil, cámara, acción. A nadie le debe importar cómo rueda, desde hace unos años, Steven Soderbergh mientras lo que concibe es una obra así, casi clásica, casi dolorosa e imperfecta. Como en «Ricas y famosas», la obra despedida de George Cukor, unas amigas se reúnen, cada una con sus reproches a cuestas y sin coincidencias aparentes tras muchos años, para recordar tiempos mejores y también de rencor y espanto. Una se ha convertido en escritora de éxito, remilgada, obsesiva, maniática, la Meryl Streep que continúa sin apenas arrugas milagrosamente; otra, en una en teoría conservadora ama de casa con mucho sexo pasado encima aunque ahora deba aguantar a un hijo cuarentón que se ha quedado sin trabajo de forma estúpida, mientras que la tercera vende sujetadores azul pavo real, que no es lo mismo que el color rey, aunque en su fuero interno aguarda conocer a un tipo rico que la saque de los montones de bragas a precio de saldo.

Un viaje en barco desde EE UU hasta Inglaterra, una visita al cementerio donde otra mujer querida duerme el sueño de los justos tras escribir una novela sobre búhos y, también, sobre despedidas, y la alta literatura pija contra los best sellers proletarios de turno que, quizá, cuesta escribir el mismo tiempo que «La Odisea»; sin olvidar cómo coño luchamos las de edad madura contra las jovencitas. «Soy carne podrida para ellos». Soderbergh agudiza la cámara de lo que sea y filma a una mujer que no puede escapar de sus rutinas, y al sobrino, un vacío veinteañero enjaulado en las tecnologías, y a otra capaz de lo que sea para arañarle un secreto a la protagonista. Suena una música muy setentera, la chimenea de la embarcación resopla, y la historia, aparentemente deshilvanda e insulsa, despliega ante el espectador una verdad inmisericorde: quizá todos vayamos enbarcados en la misma quimera.

Lo mejor

Pedimos disculpas, pero no es solo Meryl Streep, también Wiest y una Candice Bergen extraordinaria

Lo peor

Si a una película le puede más el corazón que la narrativa, le sucede esto, que roza el desorden