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Crítica de “Cielo de medianoche”: Melancólico fin del mundo ★★✩✩✩

George Clooney en "Cielo de medianoche"
George Clooney en "Cielo de medianoche"ImdbImdb

Dirección: George Clooney. Guión: Mark L. Smith (Libro: Lily Brooks-Dalton). Intérpretes: George Clooney, Felicity Jones, Kyle Chandler. EE.UU, 2020. Duración: 122 minutos. Ciencia ficción.

La ciencia-ficción melancólica está de moda. Los títulos más relevantes del género en los últimos años -desde “Gravity” hasta “Ad Astra”, pasando por “La llegada” e “Interestellar”, todas ellas en la órbita de este fallido “Cielo de medianoche”- trabajan el duelo y la pérdida, y están impregnados de una ingravidez cósmica, de una serenidad que tiende la mano al prójimo ante la inminencia del fin del mundo. El mayor problema de la última película de George Clooney no es que esa melancolía resulte prefabricada sino que sea tan autoconsciente: es de los típicos filmes que contiene la respiración cada vez que habla, que nos mira de reojo después de una pausa presuntamente existencial.

Como ocurría en las cintas de James Gray y Christopher Nolan, las relaciones paternofiliales son el eje vertebral de un relato que se sitúa en dos universos que buscan comunicarse, una estación polar donde un científico con cáncer terminal (atención: tose y vomita, está en las últimas) espera redimirse de su pasado y una nave que vuelve a la Tierra sin que su tripulación sepa que ha sido devastada. Clooney, que también interpreta al científico, intenta aportar emoción en ambos mundos, alternándolos para encontrar sucintas rimas -el desierto ártico es tan solitario como el espacio exterior- e inventándose personajes -esa niña muda que le acompaña en su periplo hacia una muerte útil- que han de despertar nuestra empatía.

Por desgracia, salvo una secuencia de acción con sangre ingrávida, la película aterriza en los nubarrones del tedio, y comete un pecado imperdonable al engañarnos sin culpa. Así las cosas, la sorpresa final, que tanto debe al “Interestellar” de Nolan, no solo no nos conmueve sino que demuestra sus aires de injustificada importancia. Nunca sabemos por qué ese científico que tenía la sensibilidad de una piedra -los flashbacks son especialmente lamentables- ahora sería capaz de matar por derramar una lágrima.

Lo mejor

Unas cuantas gotas de sangre convertidas en burbujas levitantes y el paisaje de la luna de Júpiter.

Lo peor

El tercio final es un auténtico disparate, por mucho que esté rebozado de una imponente severidad.