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“Don Giovanni”, como un animal moribundo entre sexo y jeringuillas

El Teatro Real estrena la ópera de Wolfgang Amadeus Mozart, con la icónica versión del Claus Guth para el Festival de Salzburgo 2008
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Don Juan, junto a Don Quijote o Fausto forma parte de los mitos esenciales que han identificado a Europa desde hace siglos y Mozart no fue ajeno a él. Apoyado en el libreto del veneciano Lorenzo Da Ponte compuso “Il dissoluto punito ossia il Don Giovanni”, una adaptación del mito de Don Juan que arranca con “El burlador de Sevilla” de Tirso de Molina en plena contrarreforma. Fue estrenada en Praga el 29 de octubre de 1787 con un éxito sin precedentes y en 1788 Mozart y Da Ponte la presentaron en Viena con algunos retoques. “Don Giovanni” no es solo una de las obras maestras del genio austriaco, lo es también de la historia de la música y de la cultura occidental.
El equilibrio perfecto entre tragedia y comedia –él la definió como un “dramma giocoso” en dos actos y la introdujo en su catálogo como “ópera buffa”–, el choque entre el universo moral y el protagonista y su complejidad dramática y musical hacen de ellas una de las grandes óperas de todos los tiempos. Muestra al seductor narcisista sin escrúpulos, al libertino incapaz de amar “que desprecia el cielo y es condenado a las penas eternas del infierno”, como dice Joan Matabosch. “Este “Don Giovanni” dieciochesco, pariente cercano de Casanova, fascina por su descarado libertinaje, su falta de escrúpulos, su espíritu dionisiaco y su obediencia exclusiva a la voz de su deseo”. Y añade: “Nada de disfraces piadosos para esconder la amoralidad, procurarse el máximo placer se ha convertido en el sumo principio ético por el que moriría antes que renunciar”.
La producción, que estará en el Teatro Real del 18 al 10 de enero (15 funciones), es la dirigida por Claus Guth en el Festival de Salzburgo de 2008, con el mismo dúo protagonista de su estreno, el barítono Christopher Maltman, como Don Giovanni, y el bajo-barítono Erwin Schrott, como Leporello. Un montaje que, “polémico en su estreno y discutido con pasión, pero que ya se ha convertido en icónico y tal vez la mejor puesta en escena de “Don Giovanni” de las últimas décadas”, afirma Matabosch. La dirección musical será de Ivor Bolton, un gran experto en el compositor salzburgués. “La versión que hemos escogido es la de Viena de 1788 –explica Bolton–. Mozart escribía para los cantantes y para ellos compuso dos nuevas arias. Creemos que esta versión vienesa es la más ajustada por su atractivo y evocación romántica”.
El director musical asegura que “Don Giovanni” es de las mejores óperas del compositor, la de mayor orquestación, con una partitura de una inmensa riqueza que evoca gran sensibilidad dramática, lo que explica su popularidad. La obertura –afirma– es muy especial, porque conduce a lo que viene inmediatamente detrás, a esa escena de Leporello y al duelo entre Don Giovanni y el Comendador, un elemento muy innovador que repetirá en “Cosi fan tutte””.
Claus Guth ideó para Salzburgo una puesta en escena novedosa, el libreto de Da Ponte indica que Don Giovanni mata al Comendador, padre de Donna Anna. Pero aquí, el Comendador, antes de morir, dispara a Giovanni que queda herido de muerte y pasa el resto de la actuación agonizando, son las dos últimas horas de su vida, mientras su fiel Leporello, adicto a las drogas, trata de ayudarlo. Toda la acción está situada en un bosque espectral, con parada de autobús incluida, montado sobre un escenario giratorio diseñado por el escenógrafo Christian Schmidt. No existe la ventana de la casa de Donna Elvira, ni el cementerio donde se refugia Don Giovanni, ni la estatua del Comendador. Sólo un oscuro bosque como lugar simbólico donde acechan todo tipo de peligros, lleno de escondites y propicio para las fechorías, pero también como lugar cómplice y como refugio.
“La idea se nos ocurrió porque don Giovanni se encuentra como un animal moribundo que buscaría lo más profundo del bosque para morir y por esa atmósfera que se crea de noche, un espacio lleno de inseguridades donde nos proyectamos en muchos sentidos, de extrañeza y miedo, pero también donde podemos sentirnos realmente vivos y amar salvajemente, donde las sensaciones son muy vívidas y fuertes y donde sentirse como animales irracionales alejados de las jerarquías sociales, dentro de un túnel de emociones muy profundas que hace irreconocibles a los personajes. Aparece así una doña Elvira que ve en el bosque un enemigo, un entorno que no controla, mientras que para donna Anna, igual de adicta a Don Giovanni que ella, el bosque es un espacio de libertad donde vivir nuevas pasiones”, explica Guth.
Pero, ¿por qué fascina tanto un personaje tan detestable que asesina y viola? “Todos perciben su fuerza, su energía, el calor que desprende, porque vive con una intensidad absolutamente radical que hace que la vida de los demás parezca fría y rutinaria. Don Giovanni trata de extraer a la vida y al amor lo máximo posible en poco tiempo porque sabe que va a morir, que su tiempo es limitado y por eso vive tan al límite, asume totalmente la vida viviendo intensamente el momento y eso hace que si uno está en contacto con él, inmediatamente quiera más”, resalta el director. Para él, la pieza mantiene el equilibrio entre los dos lados de Don Juan, el oscuro de villano deleznable y el brillante de un ser atractivo al que adoran las mujeres.
“Es un personaje dolorido consciente de su muerte inmediata, con momentos depresivos de debilidad, y otros de euforia en los que siente su poder físico y mental como explosiones de energía. Es curioso –aclara– que siendo el único personaje de la ópera que solo tiene un aria, arrastra toda la trama, es como si hiciera desaparecer el suelo bajo los pies de todos los demás personajes”. Por otro lado explica, “su relación con Leporello, una persona del lumpen, que viene de la calle y toma drogas, es fundamental para entender esta obra. Hay un momento en el que viendo a Don Giovanni herido y loco de dolor, le ofrece alguna sustancia para que se calme y este acepta. Están tan íntimamente unidos que nada puede romper esa relación de amor-odio entre ellos”.
“Aunque la puesta en escena ha ido evolucionando con los años y alguna cosa ha cambiado, la concepción esencial de la dramaturgia es la misma –explica Guth-, pero el contexto que vivimos de absoluta inseguridad es diferente y esto sí puede cambiar la visión del público, quizá ahora tenemos más motivos para reflexionar sobre la caducidad de la vida o la posibilidad de la muerte que cuando se creó este montaje”. El director valora que el Teatro Real apueste por seguir con la ópera en medio de la pandemia. “Personalmente es mi primer trabajo desde marzo. Me parece fantástica esta idea de mantener la seguridad porque es muy importante que la vida cultural continúe, aunque hay que decir que ensayar en estas condiciones es muy duro, sobre todo para los cantantes que tienen que cantar todo el tiempo con mascarillas especiales que no liberan aerosoles y hace falta mucha energía y mucha fe en el teatro para seguir adelante en estas condiciones, pero es muy importante hacerlo”, concluye.

DOS ELENCOS PARA 15 FUNCIONES

Dos elencos de cantantes alternarán interpretarán los personajes de “Don Giovanni” dirigidos por Claus Guth. Son los barítonos Christopher Maltman y Adrian Eröd (Don Giovanni), los bajo-barítonos Erwin Schrott y Marko Mimica (Leporello), las sopranos Anett Fritsch y Federica Lombardi (Donna Elvira), los tenores Mauro Peter y Airam Hernández (Don Ottavio), las sopranos Brenda Rae, Adela Zaharia y la española María José Moreno (Donna Anna). También Louise Alder y la también española Marina Monzó (Zerlina), los bajos Krzysztof Baczyk y Cody Quattlebaum (Masetto), y TobiasKehrer y Goran Juric (El comendador), siempre bajo la batuta de Ivor Bolton al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro o Real.