Blanca Li, la envidia de Europa
La artista mezclará en la Sala Verde del Canal la realidad virtual en primera persona con el teatro y la danza
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Lo que no pudo ser ni en Nueva York ni en Venecia ni en París sí podrá ser en Madrid. Con los teatros de medio mundo paralizados por la pandemia (y por algunos de sus mandatarios), los Teatros del Canal se convierten en el primer escenario en el que Blanca Li puede mostrar «Le bal de Paris», una composición en la que lleva trabajando dos años y medio y donde la creadora –y directora del centro– invita a los espectadores a una «súper fiesta», explica de una tecnología que ha tenido que desarrollar desde cero y que ahora presenta «a medias» por cuestiones sanitarias.
El público, en grupos de diez y acompañados de tres bailarines, va desfilando por un gran baile en el que se dejarán asesorar por unos personajes que se han reencontrado después muchos años separados. Los 35 minutos reales se convierten en una jornada de 24 horas que los visitantes observarán con sus gafas de realidad virtual y unos captores que, repartidos por todo el cuerpo, trasladarán los movimientos de estos a la propia ficción. Por ello las indicaciones son claras: quedan terminantemente prohibidas las faldas anchas, las vestimentas largas y las coletas. Solo de esta forma el equipo técnico se podrá adaptar a cada asistente y registrar sus pasos. De fondo, sonarán valses, músicas tradicionales y sonidos cabareteros con los que «sentirse un invitado VIP», cuenta Li.
La directora aprovecha la ocasión para celebrar un año al frente del Canal. Un tiempo en el que ha aprendido a «vivir»: «Estamos atravesando un tiempo difícil para todas las profesiones y la vida se ha convertido en una prueba dura. Para los artistas también, claro. Hemos tenido que reinventarnos y buscar nuevas maneras de sobrevivir. A pesar de todo, aquí en España tenemos la suerte de seguir creando. Hemos demostrado que la cultura es segura y se ha apostado por mantener los espacios, cosa que en otros lugares no se ha hecho», explica una Li en constante contacto con la escena mundial. Por ello, es obligatoria la pregunta sobre qué opinan sus colegas internacionales de que aquí continúe la vida sobre las tablas: «Somos la envidia. Me lo han dicho desde Francia, Alemania, Nueva york... Somos un ejemplo y una referencia de que la cultura puede convivir con la pandemia».