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“Soul”: el alma de Pixar

La nueva película del mítico estudio de animación se estrena este 25 de diciembre en Disney+ y parece completar un círculo de renovación en la compañía
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La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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En el volátil Sillicon Valley de finales de los ochenta, era habitual que las grandes tecnológicas soltaran lastre de sus ramas menos eficientes económicamente. Lucasfilm, el pequeño emporio que había levantado George Lucas gracias a «La guerra de las galaxias», no era una excepción y así es como, en 1986, la mayor parte de las acciones de su filial Graphics Group pasaron a las manos de un único accionista. Cuando se explica que aquel osado inversor era un tal Steve Jobs, que el equipo estaba especializado en la generación de efectos por ordenador y que la empresa pasaría a llamarse Pixar, la anécdota adquiere un matiz trascendental.
El ya legendario estudio de animación, que al fundador de Apple le salió por menos de 5 millones de dólares y que luego Disney encumbraría en la historia industrial del cine haciéndose con él por 7.400, afronta su quinta década de existencia en plena forma pero sin ese aura de dominio incontestable en el medio que desarrolló a mediados de los noventa y que se extendió hasta la década recién pasada. No en vano, con su «Toy Story», Pixar se convirtió en la primera compañía en levantar un largometraje de animación producido enteramente por ordenador. El pacto con Disney, para la que hasta 2006 solo producían en asociación, provocó un aumento en la cantidad y una considerable bajada de calidad en el nivel medio de los filmes, estrenando un total de 16 películas, de las cuales la mitad son secuelas de otros trabajos.
Si bien la garantía técnica de Pixar parece fuera de toda duda, el estudio ha tenido que lidiar con graves problemas en su organigrama que han terminado por minar proyectos más ambiciosos. Al éxito de «Frozen» o «Moana», películas que Disney encargó a su propio estudio de animación y matriz, y que ha hecho que la estrategia económica de la casa de Mickey Mouse vire hacia los musicales de gran presupuesto, hay que sumarle la caída en desgracia de John Lasseter. El que fuera animador principal de la compañía y director de sus primeros clásicos, reconoció en 2017 ser culpable de «conductas inadecuadas» en el ambiente laboral y abandonó la compañía en un movimiento que solo trascendió a los medios pasados unos meses, ya que involucraba varias cláusulas de confidencialidad con empleadas del estudio. Según «The Hollywood Reporter», Disney llegó a colocar «espías» en las oficinas de Pixar para evitar que siguieran produciéndose los avances no solicitados de un Lasseter que tardó dos meses en volver a ponerse al frente de un estudio.
Borrón y cuenta nueva
Una vez asentada la polvareda que significó la expulsión del hombre que lo fue todo en el estudio, la nueva responsabilidad de Pixar como fábrica alternativa del gigante audiovisual nos ha dejado disfrutar, de nuevo, de ideas frescas. A la fantástica «Onward», epopeya sobre el amor fraternal que pudimos llegar a ver en salas en la primavera del año pasado, hay que sumar ahora «Soul», que se estrena en todo el mundo en la plataforma digital Disney+ el 25 de diciembre sin coste adicional para sus abonados.
«Soul» es la historia de Joe, un músico desmotivado que acaba de conseguir la oportunidad laboral de su vida y que, sin embargo, sufre un accidente que lo tendrá al borde de la muerte. Así es como llegará al mundo de las almas, donde vivirá una espacie de catarsis forzosa de la mano de los pobladores del lugar y aprenderá el verdadero significado de lo que es vivir. Dirigida por Pete Docter («Up») y Kemp Powers («Star Trek: Discovery»), y con las voces en su versión original de Jamie Foxx o Tina Fey, la nueva película de Pixar nos traslada, como ya se hiciera en «Del revés» a una especie de realidad paralela en el universo en el que habitan representaciones extra corpóreas de nosotros mismos. Lo que antes eran la ira, el asco o la tristeza, ahora se convierten en una materialización visual del alma propia, bien sea esperando la muerte, bien sea esperando un momento específico para saltar al mundo real e insuflar a un cuerpo de vida.
La idea, que bien puede parecer lúgubre en la frialdad de la descripción objetiva, resulta en un espectáculo brillante de iluminación digital nunca antes vista y se sirve del ya clásico estilo del estudio para elevarse gracias al uso de la música, esa de la que habla el título, y explotar en originalidad, como si Pixar hubiera vuelto a encontrar su alma.
En el ojo del huracán
El estreno de «Soul», en la plataforma digital de Disney, llega en pleno caos industrial y revolución del mercado del séptimo arte. Después del experimento (a todas luces fallido) que significó «Mulán» y el suplemento que debían pagar los suscriptores para disfrutar de un producto por el que, en teoría, ya estaban pagando mensualmente, ha modificado la estrategia de estrenos de la compañía. La nueva película de Pixar verá la luz sin coste adicional, pero sin paso previo por las salas de cine en ningún rincón del globo. De hecho, «Soul» deberá competir con «Wonder Woman 1984», que se estrena en digital el mismo día (HBOMax) y sí goza de una semana de ventana de exhibición que, sin embargo, queda en migajas para sectores como el de la exhibición y la distribución, que cada vez ven más lejos la luz al final del túnel de la pandemia.
Los planes de Disney para la próxima década, desgranados en la mastodóntica presentación del «Día del inversor» que se celebró el pasado 10 de diciembre y que incluía el anuncio de hasta diez nuevas series relacionadas con «Star Wars» más allá de «El Mandaloriano», parecen pasar por estrenos cada vez más limitados en sala y su viraje, ya sin cortapisas, hacia el entretenimiento pensado para disfrutarse desde el salón de casa. Bob Chapek, Director Ejecutivo de la compañía, llegó a comparar el sistema de exhibición actual con las carretas cuando llegó el automóvil, explicando que Disney «no se puede oponer a los cambios a los que obligan las nuevas tecnologías».
Así el panorama a corto plazo, el estreno coyuntural de «Soul» en digital, al que obliga la pandemia pero que duele industrialmente y también desde el punto de vista del disfrute de la experiencia cinematográfica, marca un antes y un después en la estrategia comercial del actor más importante del mundo del cine en 2020. En irónica metáfora, la celebración de la vida y de los nuevos tiempos en Pixar pueden terminar en réquiem por las salas de cine y por sistema de exhibición tal y como lo conocimos siempre.