Carta a los Reyes Magos
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Este año, queridos Reyes, quisiera empezar por pedir que todos los niños os puedan escribir en nuestro lenguaje común, para que les sea más fácil y para que vosotros no necesitéis de algunos traductores adicionales, que ya bastante lío tenéis para atravesar territorios entre pandemias. También que el año próximo podáis llegar con vuestras caravanas por todas nuestras ciudades.
Que las televisiones públicas de nuestro estén al servicio de todos nosotros y no únicamente al de los políticos que las gobiernan para que, por ejemplo, en 2022 podamos ver a Nacho Cano homenajeando desde la Puerta del Sol a fallecidos y sanitarios.
Que, cuando vacunen a nuestros políticos, les inyecten un microchip que les haga crecer la nariz cada vez que mientan. El primero ya saben a quién.
Que estos mismos políticos asuman que la música no es solo un simple entretenimiento, sino, como bien dijo hace unos pocos días el director Riccardo Muti durante el concierto de Año Nuevo en Viena, una misión para que la sociedad mejore mentalmente, que no sólo debe hacerlo físicamente, aunque haya quien le convenga que sea sólo eso.
Que Helga Schmidt pueda tener, al fin, el homenaje que se merece, retrasando la fecha de febrero planeada para que podamos asistir todos lo que la admiramos y que lo dirija quien corresponde, es decir, Zubin Mehta y no Gatti.
Que en el otro Palau, el de la Música valenciano, las obras terminen al menos en la fecha prevista.
Que los organizadores de conciertos superen las dificultades económicas y también comprendan que esto es cosa de todos y que sin su apoyo las webs musicales no pueden subsistir y que todos comprendamos que, como en tantas cosas en sociedad, la unión hace la fuerza.
Que a José Miguel Pérez Sierra no le hagan falta falsas promesas porque le sobre trabajo.
Que Pedro Halffter encuentre la titularidad que merece.
Que Juanjo Mena y Miguel Ángel Gómez Martínez vuelvan a pisar el Teatro Real.
Que a Karel Mark Chichón no le envíen más infiltrados quienes no se resignan a haber perdido poder e influencias.
Que a Teresa Berganza le traigan un nuevo iPhone con conexión inalámbrica a la televisión para que vea mejor los eventos en «streaming».
Que aumente la presencia de nuestro patrimonio musical y los artistas españoles en nuestros teatros, que bastante mal lo están pasando.
Que se acaben los concursos ideados por algunos políticos para poder elegir un cargo sin mojarse directamente, recurriendo a jurados nombrados con instrucciones finales incluidas. Mejor a dedo y asumiendo la responsabilidad.
Que auditorios y teatros españoles puedan seguir dando ejemplo al mundo de cómo funcionar sin contagios pero que, si por desgracia, tienen que volver a cerrar, aprovechen para cambiar butacas, algunas ya raídas y sonoras, con pantallas de texto en el respaldo.
Que los directores artísticos de los teatros de todo el mundo se dejen de machacarnos con sus gustos escénicos y respeten los libretos y aquello en lo que pensaban los compositores.
Posdata: Tenemos esta noche la alarma conectada, no vaya a ser que nos entren okupas y se coman y beban las provisiones que os hemos dejado, pero encontrareis en lo alto de la chimenea, por donde entráis, la llave magnética de la alarma.