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Secretos familiares y las heridas abiertas por los nazis

El escritor y abogado Philippe Sands reconstruye en «Ruta de escape» la vida y la muerte del jerarca nazi Otto Wächter
La Razón
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Hay secretos familiares que provocan heridas sin cicatrizar, especialmente cuando están relacionados con el pasado, con la Segunda Guerra Mundial. El escritor y abogado Philippe Sands se adentra en su nuevo libro, «Ruta de escape» (Anagrama), un trepidante relato de investigación, en la búsqueda de un hombre llamado Otto Wächter, uno de los principales verdugos del régimen nazi, responsable de miles de muertos. Wätchter pudo escapar tras la caída de Hitler en 1945, una huida que acabó con su muerte cuatro años después en un hospital romano. Todo ello dentro de una trama en la que hay intrigas vaticanas, espías y secretos familiares que siguen tan vigente como hace más de medio siglo.
«La complejidad de esta investigación es que todo lo relacionado con lo ocurrido entre 1945 y 1949 está codificado. Hemos necesitado cuatro años para poder identificar los nombres que estaban en clave», explicó ayer Sands en un encuentro con la Prensa. Pero la peor codificaficación fue la provocada por la propia familia de Otto, especialmente, su enamorada esposa Charlotte. «Ella fue la encargada de intentar limpiar su reputación», explica el autor, quien considera que la historia de amor de esta pareja es el núcleo de «Ruta de escape». «Como esposa lo apoya en una historia de mentiras», dice Sands, que apuntó a que uno de los hijos de la pareja, Horts Wächter, sigue pensando que su padre no tuvo nada que ver con aquellos crímenes, «pese a que está documentada su responsabilidad en el asesinato de medio millón de personas».
Para indagar en un tema como este, Sands tuvo que revisar numerosos archivos, especialmente los copiosos fondos de la familia Wächter, además de la ayuda del escritor Javier Cercas, que fue su llave para poder acceder a los archivos vaticanos. Precisamente el papel de la Santa Sede tras el final de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un enigma, aunque recientemente el Papa Francisco aseguró que se abrirían los fondos documentales vinculados con el papel de Pío XII en ese tiempo. «La pregunta es qué sabía el Vaticano. Porque había gente de muy alto nivel, dentro de la Santa Sede, que conocía lo que estaba sucediendo con los nazis que habían escapado. Por tanto, es lógico preguntarse si el Papa Pío XII estaba informado», comentó Sands. El hecho de que el fondo sea ingente y nunca haya sido digitalizado hace que sea difícil responder a la pregunta. «Francisco está comprometido con la transparencia en todo este tema», agregó el autor.
«Cosas monstruosas»
Pero el otro problema, probablemente el principal en esta historia, sea que el heredero de Wächter siga creyendo hoy en la inocencia de su padre. «El hijo no es antisemita como su padre, pero no acepta que su padre fuera un criminal y durante todo el trabajo de investigación ha tratado de convencerme de ello», apunta Sands, quien ha tratado de encontrar algún documento que diera la razón a Horts Wächter. «He ido con mucho tiento. Es verdad que Otto era un buen padre, un buen marido, una persona apreciada por sus allegados y un hombre capaz de generosidad y amor, pero también un alto cargo del régimen nazi que hizo cosas monstruosas».
Lo mismo se puede decir de Charlotte, que «fue una nazi hasta su muerte. Esa es la clave para entender su relación con Otto». Sands está convencido de que ella «lo sabía todo. No solo estaba al corriente de que su marido se dedicaba a aniquilar judíos, sino que también lo animaba. Ella quería poder, ser una mujer muy importante. A partir de de 1945 el poder pasa a ella. Es un hombre perseguido y ella lo salva, le lleva alimentos y ropa al bosque en el que se oculta. Todo eso cambia el equilibrio de la relación». La nieta de Wächter sí reconoció que su abuelo era un genocida. Su padre la ha desheredado tras leer su opinión en el libro.