La Guerra Fría vende sus juguetes de James Bond
Una subasta ofrece material original de espionaje del KGB y documentos del Che y Fidel Castro
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El día 17 de enero de 2019 abría sus puertas un museo muy peculiar en Nueva York. En él se recogían numerosos materiales que trataban de explicar la Guerra Fría, con un especial interés hacia los más inverosímiles, aunque auténticos objetos, dedicados al espionaje por parte del KGB, siendo la colección más importante del mundo en este terreno. A ese fondo se unían una serie de documentos sobre la carrera espacial en los Estados Unidos, así como un importante grupo de manuscritos vinculados con la revolución cubana, con una especial atención q Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Por desgracia, lo que parecía una buena idea, una atracción turística más en Manhattan, no logró atraer la atención que se esperaba. El museo cerraba por segunda vez. Un poco antes había probado también suerte en Europa en un viejo búnquer que había sido propiedad del espionaje soviético.
Los actuales propietario de este espectacular fondo, un padre y una hija lituanos llamados Julius Urbaitis y Agne Urbaityte, han decidido desprenderse de todo esto y lo sacan ahora a subasta. Será el próximo 13 de febrero, en las oficinas de Julien’s Auction en Beverly Hills, Los Ángeles, donde toda esta imponente colección se pondrá en manos del mejor postor.
Si usted ha acariciado alguna vez la idea de ser una suerte de James Bond, si imaginó que podía tener una cámara del tamaño de un paquete de cigarrillos o, incluso, de un pequeño anillo, ha encontrado el lugar perfecto para hacerse con los jueguetes que harían las delicias de cualquier aspirante a 007. Y es que en el KGB Cold War Museum consiguieron reunir piezas realmente singulares, propias de una película.
En total, se ofrecen 400 piezas. Entre ellas destacan una pistola diseñada para parecerse a un lápiz de labios; la versión soviética de la máquina de cifrado de códigos Enigma conocida como Fialka o la réplica de un paraguas con una jeringa mortal incorporada y que se cree que se utilizó para el asesinato del autor búlgaro Georgie Markov. Otras curiosidades son una escultura de piedra tallada de mil libras de Lenin que se encontraba en la sede del KGB en Kaliningrado, una máquina empleada por los guardias fronterizos para detectar a personas escondidas en vehículos; un dispositivo de interceptación telefónica alemana de la Segunda Guerra Mundial y una puerta de acero original de un antiguo hospital penitenciario del KGB, entre otras.
Pero probablemente lo que despierte mayor interés sean algunos sistemas de grabación que parecen imposibles, pero que fueron empleados por los soviéticos en los peores momentos de la Guerra Fría. Lleva sobre todo la atención un anillo con cámara oculta y que se ofrece por un precio de salida de 6.000 dólares. También podemos encontrar una serie de paquetes de tabaco de conocidas marcas estadounidenses, pero que en realidad son grabadoras usadas por el KGB. Igualmente hay cámaras ocultas en gorras, relojes de pulsera, maletas, cinturones y corbatas, todo ello con la más avanzada tecnología de aquel momento. Incluso existe un cuadro con una estatua de la libertad que servía para esconder materiales con los que los soviéticos podían espiar a sus enemigos. Y si nos trasladamos hasta la Cuba revolucionaria, en la subasta de Julien’s Auction nos topamos con varias páginas manuscritas de los diarios del Che Guevara o el boletín con sus calificaciones de la escuela secundaria. De Fidel Castro, entre otros muchos papeles, llama bastante la atención una carta firmada en 1958 en la que el dirigente revolucionario explica sus planes para infiltrarse en La Habana.