Crítica de “Malcom & Marie”: ¿Por qué lo nuevo de Zendaya es el bluff de la temporada? ★★☆☆☆
Rodada en blanco y negro durante el confinamiento, la película de Sam Levinson podría leerse como un cóctel imposible entre el primer cine de Cassavetes y “¿Quién teme a Virginia Woolf?”
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Dirección y guión: Sam Levinson. Intérpretes: Zendaya, John David Washington. Fotografía: Marcell Rév. Estados Unidos, 2021. Duración: 106 minutos. Drama. Netflix
“Amar significa no tener que decir nunca lo siento”, rezaba el eslogan de venta de “Love Story”. “Malcolm & Marie” parece contradecir al clásico azucarado de Arthur Hiller organizando el duelo verbal de una pareja en crisis como el camino más recto hacia un “lo siento” que rezume autenticidad. Rodada en blanco y negro durante el confinamiento, a la película de Sam Levinson, que podría leerse como un cóctel imposible entre el primer cine de Cassavetes y “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, no le faltan ambiciones. En la noche de su deslumbrante debut, un exultante Malcolm (John David Washington) vuelve a casa con su pareja para celebrar su éxito.
Pero Marie (Zendaya) no parece contenta: Malcolm ha olvidado citarla en su agradecimiento, un agravio imperdonable porque su vida como ex drogadicta ha sido fuente de inspiración del filme. La película se organiza mecánicamente en sendas disputas que cambian de bando en corrientes alternas y que, alrededor de la relación entre la musa y el creador, abordan una lista de Grandes Temas Candentes a través de los cuales reflexionar sobre estos tiempos políticamente correctos que corren en la industria del entretenimiento.
La lista es larga: la cultura de la cancelación; el momento dulce de lo negro como producto de la hipocresía moral de Hollywood; ese heteropatriarcado, tan proclive a ensombrecer a «las mujeres florero» a las que tratan con tanta condescendencia como falta de tacto; e incluso una crítica de la crítica (de cine), lanzada al ruedo en un ridículo ajuste de cuentas vomitado por Malcolm. El problema de la cinta, que parece una sesión de autoterapia inflingida desde la vergüenza de estar en la cima, es que sus tesis nunca logran encarnarse en personas reales, por mucho que Washington y Zendaya se entreguen a la causa en busca de una verdad sepultada por toneladas del narcisismo y la autocomplacencia que el director de “Euphoria” pretende criticar.