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San Valentín sangriento: cuando Al Capone ametralló a una banda rival

El 14 de febrero de 1929, el gran capo de la mafia de Chicago asesinó a siete rivales y se convirtió en el líder supremo del crimen organizado en EE UU
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En la mañana de San Valentín de 1929, a las 10:25 de la mañana, los hombres de Bugs Moran llegan a un almacén situado en el 2122 de la calle North Clark para recoger un cargamento de alcohol. Noventa balas después, ninguno de los siete saldrá de allí con vida. Estamos en los años de la Ley Seca, vigente desde hace una década, y que ha convertido al alcohol en el negocio más lucrativo de Norteamérica. A lo ancho del país, las organizaciones mafiosas se van reproduciendo, pero en Chicago se establecen dos de las más importantes, que extienden sus tentáculos por todo el medio Oeste a través de negocios de juego, prostitución y apuestas que obtienen su combustible en la venta de alcohol ilegal. Allí luchan por el poder, calle por calle la banda de Al Capone, apodado “Scarface” (cara cortada), que controlaba el sur del estado, y la de George Moran, alias Bugs Moran (1891-1957), que dominaba el norte. Pero ese día de San Valentín todo va a cambiar.
En realidad, Capone y Moran solo son descendientes de una lucha de clanes más antigua. A principios de la década, la ciudad se la disputan irlandeses e italianos. Los primeros representados por Dean O’Banion y los segundos por Johnny Torrio. Sin embargo, en 1924, hombres de Torrio entraron en la floristería Schofield’s que el irlandés usaba como tapadera y le dispararon dos tiros en el pecho, dos en la garganta y uno en la nuca. Bugs Moran asume el liderazgo del clan irlandés y apenas tres meses más tarde, llega la respuesta: Torrio cae acribillado a balazos. Le disparan en la mandíbula, los pulmones, la entrepierna, las piernas y el abdomen. Uno de los sicarios, Weiss intenta darle el tiro de gracia en la cabeza, pero el revólver se atasca, así que comienza a darle patadas en el suelo. El propio Moran le golpea con una porra, pero le avisan de que viene alguien. Abandonan el lugar dándole por muerto, pero sobrevive.
Sin embargo, ya es demasiado para el italiano. Pasa meses en el hospital y un año en la cárcel antes de emigrar a Italia durante una temporada. Su lugarteniente, un joven impulsivo llamado Capone, asume el mando en plena carnicería contra las bandas del norte. Las escaramuzas son constantes. En Chicago, durante la segunda mitad de la década de los años 20, aparecen muertos, cosidos a puñadas o agujereados como un queso, contables, abogados, chicos de los recados, matones y vigilantes. Chicago es la segunda ciudad más importante del país pero parece OK Corral.
Moran acosa a Capone: intercepta un barco cargado de alcohol, decenas de camiones y planea dos ataques contra el jefe italiano. Capone incluso explora la posibilidad de una “conferencia de paz” entre todos los mafiosos del estado, pero no da resultado. Así que idea un contraataque brutal poniéndole a Bugs Moran su cebo favorito: el alcohol de su rival. Un topo del sur les ofrece una información jugosa: el lugar y la hora de la entrega de un enorme cargamento en un almacén clandestino el día de los enamorados. Pero el envío llegará con tarjeta de felicitación escrita en plomo.
El rey de Chicago
Aquella mañana de San Valentín nieva en Chicago y los hombres de Moran se presentan en el lugar armados, pero enseguida hacen su aparición unos policías. Los irlandeses, que han pagado la cuota habitual apenas el día anterior para poder campar a sus anchas, se extrañan. Los policías les piden que entreguen las armas y estos obedecen, pero buscan explicaciones. El propio Bugs Moran, que llega tarde, se queda fuera, extrañado por la presencia policial, pero presencia lo que está a punto de suceder escondido fuera. Sin mediar mucho parlamento, tres hombres de Al Capone aparecen con ametralladoras y ejecutan a todos sus enemigos. Para evitar sospechas, los falsos policías simulan la detención de los hombres de Capone y abandonan el lugar en un Cadillac con una sirena que simula ser un coche policial de incógnito. El golpe consternó a la organización irlandesa y también a la opinión pública, que empezó a percibir a los mafiosos como una verdadera amenaza. En todo caso, desde aquel día, ya solo habrá un rey de Chicago: Al “Caracortada” Capone. Sin embargo, la presión policial aumentó enormemente en las semanas posteriores al día de San Valentín y el hostigamiento dio con la detención de Capone en 1931 acusado de evasión fiscal. Había acabado con su banda rival pero también había empezado su propio fin. Desde entonces, los mafiosos aprendieron una lección fundamental: es mejor hacer las cosas discretamente. La Ley Seca fue derogada en 1933.
Por cierto que las metralletas Thompson utilizadas aquel día, capaces de disparar 800 balas en un minuto, fueron incautadas por la policía posteriormente y siguen en poder del cuerpo Oficina del Sheriff del condado de Berrien en Michigan. En 1967, Roger Corman dirigió “The St. Valentine’s Day Massacre”, un filme sobre los hechos con un jovencísimo Jack Nicholson.