“Curva España”: El ferrocarril y el progreso ★★★✩✩

Autor y director: Xron. Intérpretes: Lucía Estévez, Miguel de Lira, Patricia de Lorenzo y Leticia T. Blanco. Naves del Español en Matadero (Sala Max Aub), Madrid. Hasta el 14 de marzo.

Con esa mezcla de ironía, ternura y crítica social que caracteriza su estilo, la compañía gallega Chévere recurre al teatro documental y a la autoficción –burlándose al mismo tiempo de ambos géneros– para hablarnos de la desigual territorial en la construcción de nuestro país y de la España vaciada, que tanto nos preocupa hoy, como consecuencia de esa desigualdad.

El argumento de la obra parte de un hecho real y muy poco conocido fuera de la localidad en que ocurrió: la muerte, en 1926, de un ingeniero que trabajaba en la construcción del tramo de la línea de ferrocarril que debía ir desde Zamora hasta La Coruña pasando por Orense, concretamente por Verín. Según la versión oficial, aquel hombre perdió la vida como consecuencia de un simple accidente de tráfico; pero según la leyenda popular –que, como todas las leyendas, varía mucho según quien la cuente–, la muerte del ingeniero José Fernández España fue el resultado de una oscura trama en la que pudieron estar implicados algunos caciques locales, políticos o empresarios a los que no interesaba que el tren pasase por esa zona de Orense.

Sea como fuere, lo que sí es cierto es que a Verín no llegó nunca el ferrocarril, y que se terminó proyectando otro trazado atravesando la montaña, tremendamente costoso en dinero y en vidas, que tardó 30 años en construirse y que daba al traste con la posibilidad, para los habitantes de esas zonas, de salir del aislamiento y conectarse con el resto del país y del mundo.

Esta realidad concreta se convierte, a partir del extraordinario trabajo dramatúrgico que ha hecho el director Xesús Ron, en una certera metáfora sobre cómo el progreso ha sido “administrado” en los distintos territorios, y sobre cómo esa circunstancia ha contribuido a configurar la distinta idiosincrasia de cada uno de ellos. Con los estupendos Miguel de Lira y Patricia de Lorenzo como protagonistas, todas esas ideas aparecen expuestas con rigor dramático a partir de un bonito y gamberro juego teatral –la leyenda popular antes mencionada se manipula para crear un original esquema de falso thriller– con elementos del teatro de objetos, de la performance y del documental; y en el que no faltan, a pesar del espíritu crítico que subyace, buenas y convenientes dosis de autoparodia.