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Crítica de “Amigo”: Angustia tóxica ★★★☆☆

Un fotograma de "Amigo"
Un fotograma de "Amigo"FilminFilmin

Dirección: Óscar Martín. Guión: Óscar Martín, Javier Botet y David Pareja. Intérpretes: Javier Botet, David Pareja. España, 2020. Duración: 85 minutos. Thriller.

Versión masculina, rural y ‘low cost’ de “¿Qué fue de Baby Jane?”, con evidentes referencias al “Misery” de Stephen King filtrado por Rob Reiner, “Amigo” hace de sus limitaciones una virtud. Estamos cerca, también, del ‘huis clos’ polanskiano, donde acaba siendo difícil distinguir quién es el sádico y quién el masoquista, porque ninguno de los dos personajes que se encierra en este caserío siniestro resulta especialmente simpático, ni Javi, el enfermo parcialmente paralizado (Javier Botet) que se recupera lentamente de un accidente de coche ni David, su obsesivo cuidador (David Pareja), que parece sometido a las duras exigencias del que califica su amigo del alma aunque sus afectos no parecen correspondidos.

Algunos detalles de la ambientación -el coche con el que llegan a la casa; la programación que emite la pequeña televisión del cuarto de Javi, que incluye desde películas de Paul Naschy hasta “Historias para no dormir”; una cámara de vídeo ‘vintage’; la ausencia de móviles- nos informan de que “Amigo” podría desarrollarse en algún momento de los años ochenta, pero no parece que la película esté muy interesada en sacar provecho del contexto social de la época. De hecho, cualquier intervención externa al relato central -las llamadas de teléfono del farmacéutico, la aparición repentina de la amante de David, las contadas visitas de una fisioterapeuta- son pequeños, innecesarios desvíos que distraen la atención de la toxicidad que crece, inflamada, en la relación de estos dos hombres heridos.

Sin necesidad apenas de intercambiar diálogos, con la repetición agotadora de los rituales de cuidado que necesita un inválido y el sencillo pero perturbador sonido de una campanilla, “Amigo” construye, plano a plano, una atmósfera angustiosa, comprimida aún más por el aislamiento que una tormenta de nieve produce en la casa que comparten ambos personajes. Óscar Martín se abstrae de los detalles de la tragedia que los ha llevado hasta esa situación donde realidad e imaginación empiezan a mezclarse, con David cada vez más parecido al Jack Torrance de “El resplandor” y Javi convertido en un fantasma amenazador, un ángel de venganza o un receptor de la creciente locura de su presunto amigo. Esa progresiva abstracción narrativa juega a favor y en contra de la película: lo que gana en inquietud y locura lo pierde en credibilidad. Faltan datos para que los personajes sean algo más que dos vehículos de odio y sumisión. Lo que no significa que, en sus modestas ambiciones, “Amigo” no resulte una propuesta estimulante.

Lo mejor

La manifiesta toxicidad que alimenta incluso los gestos más paliativos.

Lo peor

Que tiene un gran mediometraje durmiendo en su interior.