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Caos y corrupción lírica en Italia

En mayo de 2020 comenzó la Operación Spartito, una investigación en la Ópera de Turín que ha concluido en acusaciones de extorsión y tráfico de influencias
Teatro Regio Torino

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El fiscal de Turín levanta el velo sobre el mundo dorado de la ópera, que esconde intrigas, corrupción y venenos. En los últimos días se ha cerrado la investigación por corrupción en la Ópera de Turín concluyendo con varios acusados. La bautizada como Operación Spartito desvela un entramado que implica al superintendente William Graziosi y al agente artístico Alessandro Ariosi. En mayo de 2020 comenzaba una investigación en la Ópera de Turín por parte del departamento de Policía Económica y Financiera de la región a la gestión de la Fundación Lírica del Teatro Regio de Turín. Este 4 de marzo, la prensa italiana se hizo eco de las primeras conclusiones de la Operación Spartito que acusa de corrupción, extorsión, tráfico de influencias y manipulación de concursos públicos a William Graziosi, exdirector del Teatro Regio de Turín; Alessandro Ariosi – agente artístico propietario de dos empresas en Milán y Lugano, responsable de la agencia Ariosi Management, que incluye nombres como Plácido Domingo y Daniel Oren, y muy presente también en los teatros españoles– y Roberto Guenno, corista y posterior miembro de equipo directivo del Teatro.
«El corazón de la investigación», apunta el diario «Corriere de Turín» sería la relación entre Graziosi y Ariosi: «según las investigaciones policiales – lideradas por Enrica Gabetta y Elisa Buffa–, el exdirector habría llegado a un acuerdo económico para contratar a los artistas de la agencia, un sistema que Graziosi habría exportado a otros teatros entre los que se encuentra la Fundación Pergolesi, donde fue director durante 17 años». El diario «La Repubblica» detalla la participación de cada inculpado en la trama: «Graziosi habría llegado a la cima de la fundación de la ópera de Turín gracias a Roberto Guenno, quien aprovechó la estrecha relación con la alcaldesa Chiara Appendino y, a cambio, habría obtenido un ascenso profesional pasando de simple corista a la cima de la administración. La idea de los magistrados y financieros de la Unidad de Policía Fiscal de Turín es que hubo un pacto preciso entre Graziosi y Ariosi, que se remonta a 2015, cuando Graziosi aspiraba a escalar los teatros más importantes: “El artista manager le habría pagado constantemente con sumas de dinero y el superintendente habría diseñado temporadas de ópera que dieron espacio casi exclusivamente a los artistas de su agencia, imponiendo efectivamente un monopolio en el mercado del arte italiano”». Y el nombre del municipio de Maroggia en el cantón suizo del Tesino surge en la prensa italiana y suiza. Los directores de escena Giancarlo Del Monaco, Henning Brockhaus y Ezio Frigerio denunciaron en 2019 la dudosa gestión de Graziosi, escribiendo una carta en la que detallaban encuentros profesionales con Graziosi, en los que o no vieron el contrato o no se cumplió lo pactado en él. Estas situaciones se concentran en el Teatro de la Ópera de Astaná, capital de Kazajistán, donde Graziosi fue subdirector, director artístico y director del departamento de Relaciones Internacionales del Teatro. La situación lírica en Italia se ha vuelto caótica, ya que hay varios teatros con más déficit que Torino, que también podrían ser intervenidos, como lo fue en su día el San Carlo napolitano, ahora con serios problemas económicos. Torino puede ser la punta del iceberg. La prensa comienza a extender el escándalo a Verona y Venecia. Veremos en qué termina todo esto y si se abre juicio a los acusados en Italia. La pregunta que surge inevitablemente es si algo similar podría haberse extendido a España.