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Carmen Sánchez salda las deudas históricas del Prado

El museo presenta por primera vez un Berruguete y un Blanchard parte de su legado, y la familia de la profesora denuncia un doble robo
Eduardo Parra

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El deseo de la profesora Carmen Sánchez (1929-2016) fue muy claro: «Instituyo heredero de todos mis bienes, derechos y acciones al Museo del Prado con destino a la adquisición y restauración de cuadros, específicamente». Y la pinacoteca le tomó la palabra de tal manera que, desde hoy y junto a su fotografía, esta es la frase que recibe al visitante en la Sala 60 del Edificio Villanueva. Tras ella se suceden quince cuadros que son ya «El legado de Carmen Sánchez. La última lección», que se titula la muestra.
Es este lote el mejor ejemplo de que el Prado recogió el guante de la maestra de Béjar (Salamanca) para ampliar su colección con los 758.646,18 euros de herencia (más una aportación de fondos propios de 20.530,92), y de aquello surge este el homenaje a «la generosidad de una figura independiente, defensora de las mujeres y agnóstica», describía ayer por la mañana Pedro J. Martínez Plaza, comisario de la exposición y técnico del centro especializado en pinturas del siglo XIX.
Aseguró el experto que con este legado el Prado salda «una deuda histórica» de su catálogo. Más concretamente, la que guardaba con Alonso Berruguete, ausente hasta el día de hoy. Su «Alegoría de la Templanza» (1513-1516) es calificada por el museo como la adquisición «de mayor importancia» de la serie al incorporar a uno de los principales artistas del Renacimiento hispano y por ser una de las pocas obras conocidas de su etapa de formación en Florencia y Roma. Al lado de esta pieza, otra de las joyas de la corona: un autorretrato de Pedro de Campaña «fundamental para conocer los orígenes del retrato en España» y a pesar de que esta técnica fue poco frecuente en los ámbitos artísticos nacionales del siglo XVI.
Son las dos obras más caras (adquiridas por 150.000 y 170.000 euros, respectivamente) de una exposición que también encuentra el morbo en una «Joven con cofia» pintada hace ahora un siglo por María Blanchard. Fue este óleo el que reabrió el debate sobre el límite cronológico entre el Prado y el Reina Sofía, aunque Miguel Falomir, director del centro, aprovechó la ocasión para terminar con las dudas: «Es una bronca que no refleja la realidad, nunca ha habido una relación mejor entre los dos museos (...) Es la pintora española anterior a Picasso más importante, con eso huelgan las explicaciones, si fuera un hombre no haríamos estas preguntas».
Así lo aseguraba de una obra que se ha comprado a un particular por 70.000 euros y que no corresponde a la etapa cubista de la pintora, la más valorada y la que «más interesa al Reina», puntualizaron de un cuadro que una vez termine la muestra, en octubre, se integrará en la colección permanente del museo. Para Falomir, «sería una pena» que el debate sobre la partición de las colecciones entre ambos museos fuera lo único que trascendiera del legado de Carmen Sánchez.
Por eso mismo, conviene destacar otras piezas de gran valor, como son «San Francisco arrodillado en meditación», de Mariana de la Cueva y «La virgen del Carmen imponiendo el escapulario a San Simón Stock», de Gabriel Antonio Corvoysier. Las primeras obras que se han identificado de sus respectivos autores, lo que encuentra un especial significado en la historia de la pintura española. Si es verdad que De la Cueva fue elogiada por los principales biógrafos de artistas, su actividad pictórica era tan desconocida como la de otras mujeres del Siglo de Oro.
«Lo que dota de mayor interés a esta obra, por cuanto supone un avance en el conocimiento de la labor artística de las mujeres durante este periodo, y más concretamente en la segunda mitad del siglo XVII», explican desde el museo. Y, por su parte, el descubrimiento del lienzo de Corvoysier también permite avanzar en el estudio de la pintura madrileña de finales del siglo XVII.
Transcurrió la presentación de «El legado de Carmen Sánchez» sin sobresaltos hasta que Manuel Uriarte, sobrino nieto de Sánchez, denunció que tras la muerte de su tía «desaparecieron obras de arte muy importantes». Una de Alberto Sánchez y otra de Emiliano Barral. «Dentro de esta luz hay un poco de sombra, es una pena que alguien puso su confianza en determinadas personas y que estas piezas hayan desaparecido. Es una pena para España y para el Prado, y a mí me ha dolido muchísimo», lamentaba sin dar más detalles.
Falomir reaccionaba asegurando que cuando el museo fue a por las piezas legadas por la profesora estas «ya no estaban»: «No se sabe qué ha sido de ellas. Lo mismo las regaló. Al no haber inventario es muy difícil dar una opinión», cerraba el director.
  • Dónde: Museo del Prado, Madrid. Cuándo: hasta el 24 de octubre. Cuánto: 15 euros (entrada general).

UNA BUENA AMIGA DEL MUSEO DESDE 2003

Aunque oriunda de Béjar (Salamanca), Carmen Sánchez nació en una familia burguesa madrileña. Su padre, Ruperto Sánchez Arcas (1902- 1976), fue un reputado médico de la capital y hermano de Manuel Sánchez Arcas (1897-1970), destacado representante de la arquitectura racionalista (es el autor del Hospital Clínico San Carlos de Ciudad Universitaria), además de participar en la salvaguarda del patrimonio monumental de Madrid durante la Guerra Civil. Carmen Sánchez, tras formarse en la Universidad entre 1951 y 1955, y realizar varias estancias en el extranjero, decidió dedicarse a la docencia (vinculada casi desde el comienzo de su trayectoria profesional al Colegio Nervión, ubicado en la calle del mismo nombre, en el barrio de El Viso) y su relación con las actividades del Prado surge a partir de 1997, uniéndose a la Fundación Amigos del Museo del Prado en 2003.