Crítica de “Digimon Adventure: Last Evolution Kizuna”: ya somos viejos para jugar ★★★★☆

Director: Tomohisa Taguchi. Guión: Akiyoshi Hongo (autor), Jeff Nimoy y Akatsuki Yamatoya. Música: Harumi Fuuki. Japón, 2020. Duración: 95 minutos. Animación.

Qué tristes son los finales cuando uno no se quiere despedir. La nueva y estupenda entrega de la saga Digimon supone el cierre de la historia original, basada en un universo paralelo conocido como Mundo Digital, que está habitado por unas criaturas ficticias, los extraños Digimon. Formas de vida artificial creadas a partir de bits y datos de ordenadores que habitan dentro de aparatos electrónicos. Estos «peluches» son criados por los humanos conocidos como «Tamers», los niños elegidos. Pero la infancia se acaba, comienza la edad adulta, el rollo del trabajo, la pareja, los problemas, las responsabilidades, el no tengo tiempo, y llega un momento en que esos hombres y mujeres deben decirles adiós a la inocencia y a sus «mascotas», siempre con ganas de salvar el mundo. Así, dos décadas más tarde, y con una de las villanas más románticas y amorosas del anime japonés, las evoluciones nos abandonan, y también los combates entre seres de poderes fabulosos. Con una potente banda sonora y una mayor importancia de los diálogos que en otras entregas, esta nostálgica película nos recuerda, en fin, que madurar significa siempre dejar que vuele de una vez la infancia, aquel maravilloso tiempo en el que todos creíamos en los Digimon aunque les llamásemos de otras maneras.