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Frente Oriental: el sacrificio chino que aseguró la victoria aliada

Rubén Villamor publica «La Segunda Guerra Sino-Japonesa (1931-1939). El Frente de China», repaso histórico a una de las claves más olvidadas de la II Guerra Mundial
la razonLA RAZON

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«La Segunda Guerra Sino-Japonesa, que bien podría calificarse como el Frente Chino de la II Guerra Mundial, fue sin lugar a dudas, junto con el Frente Oriental de la Unión Soviética, el teatro de operaciones más sangriento, violento y devastador del conflicto. La importancia de China en el período comprendido entre el 18 de Septiembre de 1931, fecha en la que Japón invadió Manchuria, y el 2 de Septiembre de 1945, cuando se consumó la victoria de los Aliados contra el Eje, es capital para entender lo ocurrido durante la contienda mundial y lo que vino después».
Esto afirma Rubén Villamor en su libro, «La segunda Guerra Sino-Japonesa (1931-1939) El frente de China» Vol.1 (HRM Ediciones), que espera completar con un segundo volumen, en mayo, y que irá de 1939 a 1945. «Este conflicto tuvo una importancia trascendental porque la mayor parte del ejército de tierra japonés (el 60%), estuvo enfrascado en el frente chino y esto liberó al americano para estar más desahogado a la hora de ir reconquistado en el Pacífico», explica, antes de añadir: «Es incomprensible que siendo esta contribución tan decisiva sea un tema prácticamente desconocido en España, donde no hay nada publicado en castellano».
Un genocidio silente
A pesar de su importancia, China no cuenta al hablar de los vencedores en 1945. «En realidad mi libro quiere denunciar esto» –declara-, «porque podríamos calificarla como “cuarta potencia” del bando Aliado en consonancia con los EEUU, la URSS y Reino Unido y fue decisiva para la victoria final. El sacrificio en sangre pagado por China fue enorme, alrededor de 22 millones de muertos frente a dos de los japoneses. Además de la cifra astronómica en vidas humanas y de militares movilizados que dejó la segunda Guerra Sino-Japonesa, otras singularidades hacen de este frente un escenario único, solo comparable al del Este en Rusia y muy por encima en muchos aspectos a los occidentales, fueron las características de los campos de batalla, la brutalidad extrema y su influencia en otros espacios geopolíticos de Asia. Ambos contendientes libraron enfrentamientos a lo largo de miles de líneas de kilómetros de frente», afirma Villamor.
A lo largo de esta guerra ocurrieron episodios tan importantes como la escalada bélica tras el incidente del puente Marco Polo en Pekín, la lucha callejera por Shangai, la horrorosa masacre de Nankíng con 300.000 civiles asesinados, la Batalla de Wuhan con millones de hombres implicados en sus maniobras, los bombardeos aéreos sobre Chongqing, los desembarcos en Cantón y Hainan, la emboscada maoísta en la Batalla de Pingxingguan, los asaltos contra la Gran Muralla, el nacimiento del fenómeno partisano a retaguardia, el colaboracionismo en Manchukuo, el levantamiento armado de la Mongolia Interior, la ayuda alemana y soviética al Ejército Chino o la internacionalización del conflicto, así como otros muchos acontecimientos determinantes para entender la configuración de Asia en el siglo XX.
Sobre el comportamiento de los participantes, Villamor resalta que «los japoneses llevaron a cabo una política que en muchas ocasiones puede calificarse como de genocidio, más allá de los debates modernos sobre la terminología, ya que utilizaron una violencia sin precedentes en Asia. Desde fusilamientos masivos en fosas comunes a torturas físicas, pasando por técnicas a largo plazo como despoblaciones, campos de concentración, experimentos médicos, uso de armas químicas, trabajo esclavo...; una bestialidad que además estuvo acompañada de luchas interétnicas entre las diversas minorías que configuraban China, con fuertes represalias según el bando adscrito de cada ciudadano, hambrunas, inundaciones e incendios provocados, episodios de guerra civil entre ellos o bombardeos aéreos contra núcleos urbanos», explica.
En cuanto al plano político y estratégico, «lo que ocurría en China afectaba de manera irremediable a Europa y viceversa, tanto en la fase previa a la II Guerra Mundial como durante ésta, lo que convirtió al teatro chino en una piedra angular del conflicto junto al Frente del Este en la URSS y a los demás escenarios sostenidos por las potencias occidentales», concluye.

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