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Así es “Alegría”, la ópera prima de Violeta Salama sobre la convivencia de judíos, cristianos y musulmanes en Melilla

La película, rodada entre la ciudad fronteriza y Andalucía, es una reinterpretación desde la autoficción de la propia infancia de Salama, de padre sefardí y madre católica

De izquierda a derecha: Leonardo Sbaraglia, Cecilia Suárez y la directora Violeta Salama
De izquierda a derecha: Leonardo Sbaraglia, Cecilia Suárez y la directora Violeta SalamaJULIO VERGNE

“Desde el principio, la película ha estado muy abierta. Cuando llegaron los productores y supimos que vería la luz, por fin, me dijeron que podía inscribirse como cine de autor o como una película más comercial, por eso siempre quisimos buscar el equilibrio. Quiero que llegue al máximo de público posible y que tenga elementos de ambos mundos”. Así explica parte del proceso creativo la realizadora Violeta Salama (Granada, 1982), curtida como directora de segunda unidad o script en los exitosos rodajes de “Adiós”, “Los favoritos de Midas” o “Crematorio” y que ahora prepara su debut al frente de un largometraje.

Finalizado su rodaje en la última semana de marzo, "Alegría" apunta al otoño como lugar de estreno, al menos, en Festival
Finalizado su rodaje en la última semana de marzo, "Alegría" apunta al otoño como lugar de estreno, al menos, en FestivalJULIO VERGNE

“Alegría” finalizó su rodaje a finales del mes de marzo y lo ha hecho concebida como una reinterpretación de la propia infancia de Salama, que creció en Melilla como hija de padre sefardí y madre católica. “Lo que he querido contar son esos años que pude disfrutar en la ciudad, donde convivían todavía en armonía las tres culturas: la judía, la musulmana y la cristiana. Cuando yo era pequeña, eran como tres ciudades propias dentro de la misma: el club de los militares, el barrio judío… Cada parte con sus pequeñas particularidades, pero en la que podía participar todo el mundo, no había barreras fijas”, recuerda la directora antes de continuar: “Al colegio íbamos todos juntos, por ejemplo. Es algo que se ha ido perdiendo y no solo en Melilla, sino en muchas partes donde antes se mezclaban culturas. La convivencia se ha ido complicando”.

Como no podía ser de otra forma, en el filme también hay hueco para esa percepción del cambio futuro, aunque Salama confiese que hay algo de idealización: “A la hora de contar la historia de la película, no quería irme hacia la Melilla hiperrealista de hoy, sino contar ese imaginario infantil que yo tenía en la cabeza, que probablemente esté idealizado, pero soy perfectamente consciente de esa perspectiva”.

Un rodaje en plena pandemia

Producida por La Claqueta PC y Powehi Films, y con la distribución a cargo de Caramel Films, la ópera prima de Salama apunta al otoño como posible fecha de estreno en festivales y cuenta en el reparto con nombres como el de Leonardo Sbaraglia, que tiene un pequeño papel: “Cuando surgió la oportunidad, contamos con él de inmediato, porque le da una entidad distinta a cualquier proyecto, pero la nuestra es una historia en femenino y con tres mujeres protagonistas”. Esas mujeres, cada una perteneciente a un signo religioso y que se darán cita en una boda en la que los enredos familiares se pondrán al servicio de la comedia, son Cecilia Suárez (”La casa de las flores”), Laia Manzanares (”Estoy vivo”) y Sarah Perles (”El Cid”), pero también aparecen Mara Guill y Adelfa Calvo.

La directora Violeta Salama durante el rodaje de "Alegría", su ópera prima
La directora Violeta Salama durante el rodaje de "Alegría", su ópera primaJULIO VERGNE

Sobre ese pequeño milagro que supone sacar adelante una película en mitad de una pandemia, Salama se muestra positiva: “Lo más complicado fue arrancar, porque parecía que nunca lo haríamos. Siempre teníamos el temor de no poder empezar, de que nos cerraran el rodaje o los aeropuertos… Todas las zonas en las que hemos rodado tenían o tuvieron una tasa muy alta de incidencia, y eso complicaba las cosas, pero al final todo pudo salir bien”, explica antes de comentar cómo se puede conjugar la pasión de un proyecto tan personal con las convenciones de una industria que conoce de primera mano: “Es un encaje parecido al que hemos hecho a la hora de hablar de religión. Yo tenía claro qué quería hacer con mi película y qué quería mostrar, pero al tener tanta experiencia en la industria y conocerla perfectamente, sé que no todo se puede y que al final hay que sucumbir a cómo funciona esto. Por ejemplo, yo quería rodar la película en Melilla íntegramente y eso a nivel de producción es tremendamente complicado. Yo estoy contenta, porque hemos salvado la esencia por completo del relato que yo quería contar”.