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Teatro

Crítica

“Hoy puede ser mi gran noche”: El virus de la ficción ★★★☆☆

«Hoy puede ser mi gran noche», de Teatro en Vilo, con dirección y dramaturgia de Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez
«Hoy puede ser mi gran noche», de Teatro en Vilo, con dirección y dramaturgia de Andrea Jiménez y Noemi RodríguezFestival de OtoñoFestival de Otoño

Autora: Noemi Rodríguez. Directora: Andrea Jiménez. Intérpretes: Noemi Rodríguez y Darlene Rodríguez… Teatro del Barrio, Madrid. Hasta el 9 de mayo.

Tales son la originalidad y el talento de la compañía Teatro en Vilo que, aun cuando parece que hacen un producto menor y facilón, dan un pasito más allá en el género que abordan y sorprenden con un giro –muy bien justificado– que incita al espectador a replantearse incluso el propósito de la función que ha estado viendo hasta ese momento. Y eso es lo que pasa en “Hoy puede ser mi gran noche”, una suerte de divertidísima travesura en clave musical con la que Noemi Rodríguez, acompañada en esta ocasión en el escenario por su hermana Darlene al teclado, ha querido rendir homenaje al padre de ambas y a su sencilla vida familiar.

En una bonita y sincera mezcla de nostalgia y de parodia, la actriz y autora del texto evoca ante el público, vinculándolos a su propia biografía, los programas de televisión, las canciones, los hogares, los automóviles… y, en general, la sociedad tal y como era en los años 90. Dirigido por Andrea Jiménez –la otra mitad de la compañía–, el espectáculo se sostiene sobre una dramaturgia que, en apariencia, funciona simplemente para hilvanar algunas escenas cómicas que tanto más rozan la hilaridad cuanto más caricaturizan la imagen hortera que siempre nos devuelve el pasado si lo miramos con atención. A simple vista, se trata de un ocurrente ejercicio de autoficción; pero cuando al final llega el giro al que antes aludía, y perdonen que no desvele mucho más, el prefijo “auto-” desaparece, y la obra se convierte de pronto en un canto a la ficción pura y dura, demostrando que es quizá el género más extraordinario para hablar y poetizar sobre las cosas verdaderas.

Lo mejor

La sorpresa final, que permite entender desde otra óptica todo el espectáculo.

Lo peor

Más allá de la vuelta de tuerca que dan al género, el desarrollo puede resultar un poco simple.