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Dos rarezas

Al Museo del Prado le cambia la cara

En la nueva distribución del arte del siglo XVIII destacan dos bustos hiperrealistas de cera

Escultura creada a mediados del siglo XVIII
Escultura creada a mediados del siglo XVIIIOtero Herranz, AlbertoMuseo del Prado

Cuentan desde el Museo del Prado que la pandemia ha sido una oportunidad «para reflexionar» sobre la colección permanente. Si desde el día uno que se pudieron abrir las puertas (en junio del año pasado) el centro ofreció un catálogo selecto y reducido en «Reencuentro» (todavía disponible hasta el 25 de julio), ahora le da un nuevo giro al arte europeo del siglo XVIII en las salas 19-23 del edificio Villanueva para ensayar nuevos diálogos entre la pintura, la escultura y las artes decorativas del periodo. Porque no todo van a ser cuadros. Y no hay mejor muestra de ello que las dos piezas más llamativas de esta reorganización, dos bustos hiperrealistas de cera atribuidos a Filippo Scandellari, quien trabajó en varios encargos para importantes personajes.

Busto de cera atribuido a Filippo Scandellari
Busto de cera atribuido a Filippo ScandellariOtero Herranz, AlbertoMuseo del Prado

Ambas obras estuvieron más de un siglo en depósito y, tras ser custodiados por el Museo Arqueológico durante los últimos años, se muestran restauradas por primera vez en el Paseo del Prado. Se trata de unos retratos que refuerzan su realismo con el pelo natural, los globos de vidrio para los ojos, el hueso para los dientes, y los textiles y el metal para los ropajes y aderezos. Según Leticia Azcue Brea, jefa del área de Conservación de Escultura y Artes Decorativas del museo, «son una de las sorpresas por lo excepcional de su estado de conservación y de lo escasas que son estas piezas», que, por otro lado, no tienen nada que ver con las archiconocidas del Museo de Cera. «Su técnica es otra», puntualiza la experta sobre dos bustos con los que pretenden «avanzar en el conocimiento de un campo menos conocido en el mundo de la escultura, la ceroplástica». Fue Bolonia el centro neurálgico de esta especialidad escasa, de gran refinamiento y de difícil catalogación que ahora encuentra su sitio en los pasillos del Prado.

Pero, lejos de estas dos rarezas, la nueva ordenación de la pinacoteca –en la que también ha participado David García Cueto, jefe de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800– ha permitido reunir obras con larga presencia en las salas, como la «Inmaculada Concepción», de Giambattista Tiepolo, junto a otras nada o escasamente conocidas que se estructuran de forma cronológica desde los últimos años del reinado de Carlos II y el paso de la dinastía de los Austrias a la de los Borbones para concluir con el arte de la familia Tiepolo dentro de la primera década de reinado de Carlos III. «Es un paseo histórico-artístico por una época que refleja el cambio de gustos», cierra Azcue Brea.

Colección del siglo XVIII, en la Sala 21 del edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado
Colección del siglo XVIII, en la Sala 21 del edificio Villanueva del Museo Nacional del PradoOtero Herranz, AlbertoMuseo del Prado