Larga vida a los libros musicales
Las editoriales apuestan por la publicación de este tipo de proyectos literarios
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En los últimos años hemos estado de suerte en lo que se refiere a publicaciones de libros musicales. Así hemos podido y pueden aún leer «María Callas» de Fernando Fraga, «Angeles Gulín» de Santiago Vela, «Lucrecia Arana» con aportaciones de diversos autores, la reedición de «Voces paralelas» de Giacomo Lauri-Volpi, «Alejo Carpentier y la música» de Blas Matamoro, «Wagner y el cine» de Tony Palmer, «Eso no estaba en mi libro de Historia de la Música» de Pedro González Mira, «Música fácil» de Federico Abad y «Con el sol de México en la voz» de Albert Ferrer Flamarich… Parece que las editoriales se han puesto las pilas, aunque aún algunos estén a la espera del correspondiente contrato.
A veces hay que recurrir a soluciones impensables poco tiempo atrás, como la del crowfunding emprendió el ex director general del INAEM, Miguel Ángel Recio, para su «La oficina de la cuarta planta», «La seducción de la niebla» o, aún caliente, «Cuando olvidar es imposible». Realmente merece la pena visitar la web para aprender cómo ha evolucionado el mundo y han surgido ideas imaginativas gracias a internet. Y como, por mucho que nos digan, aún vamos a tener meses con múltiples horas en casa o en el banco de un parque, añado unos cuantos a los anteriores.
Así «Rossini y España» de Fernando Fraga, «Wagner y mi camino hacia Bayreuth» de Stewart Chamberlain en edición de Blas Matamoro, «El piano soviético» de Luca Ciammarughi en traducción de Stefano Russomano, «¡Paganini está vivo! Vol 3» de Ignacio Farías, «Beethoven: un retrato vienés» de Arturo Reverter y Victoria Stapells y «Karajan, retrato inédito de un mito de la música» de Leone Magiera traducido por Amelia Pérez de Villar. Fraga no quiere abarcar toda la vida de Rossini, que para eso ya estuvo Stendhal, y se centra en sus relaciones con España. Sólo nos visitó una vez y sólo Madrid, pero esta visita sería determinante para la composición de su «Stabat Mater». También supo de nosotros gracias a su primera esposa, la cantante española Isabel Colbrán, y a amistades como el compositor y célebre maestro de canto Manuel García o el banquero Alejandro María Aguado. Todo ello, junto al repaso de sus obras de temática española, nos lo narra amenamente Fraga.
El segundo de los libros nos relata cómo el escritor Stewart Chamberlain se sintió subyugado por Wagner, cómo ascendió a la «colina sagrada» y cómo terminó casado con la hija menor e ilegítima del maestro. Blas Matamoro realiza un excelente labor de edición de esta primera aparición en español. El pianista Luca Ciammarughi presenta un recorrido por el piano soviético, con un repaso a sus figuras más destacadas, desde Horowitz a los más actuales Ashkenazy, Berman o Gavrilow, pasando por Richter o Gilels, y las complicadas relaciones que mantuvieron unos y otros con el régimen ruso. Ignacio Farías prosigue la serie sobre Paganini y su relación con personajes históricos como Elisa Bonaparte, Rossini, Metternich, Liszt, los Schumann, Brahms, Mendelsohn, Berlioz, Lord Byron, Goethe, etc. Todo ello, con cronología histórica empapada de amenas anécdotas. El retrato vienes de Beetoven ya fue centro de un artículo monográfico y el de Karajan, recién publicado, lo será en breve. Esperemos que no se cumpla aquello de «días de mucho, vísperas de poco» y, pasada la pandemia, continúen las publicaciones.