Alex Brendemühl: «“El castigo”, de Guillem Sala, no hace pornografía de las emociones»
Al actor le atrajo de este libro cómo el escritor utiliza el lenguaje para acercarse a los personajes: «La narración resulta apasionante»
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Gustarle, le gustan «millones de libros». Para Alex Brendemühl, a quien recientemente hemos visto en la gran pantalla con «Akelarre» o «La ofrenda», «cada obra forma parte de un momento de tu vida en el que, por algún motivo, conectas, o porque te atrae la portada de un libro o la temática». Pero, para esta ocasión, escoge uno publicado hace poco: «El castigo», de Guillem Sala. «Sentí curiosidad porque es del guionista de una de mis últimas películas, “La ofrenda”, de Ventura Durán. Durante el rodaje me habló de esta novela y me pareció muy sorprendente».
–¿De qué trata?
–Relata la historia de una profesora de Secundaria en el extrarradio de Barcelona. Aparentemente, no pasan cosas espectaculares, pero es una persona que sufre, que no está conectada con su mundo, que se va desatando de sus vínculos y sus afectos. Es muy interesante el uso del lenguaje, el tono desapasionado que el autor mantiene con respecto a los personajes, habla de ellos con distancia pero a la vez con calidez. La manera como lo narra resulta muy apasionante.
–¿Qué le enganchó?
–El uso del lenguaje, que te acerca a los personajes, a la incomprensión de lo que le pasa a esta mujer, por qué tiene ese desasosiego y no es capaz de vivir felizmente. Vas descubriendo qué le pasó en la infancia, de dónde viene esa desazón, esos miedos. Es una historia muy psicológica con toques de humor, sobre el desapego al mundo, a la sociedad y a las normas.
–¿Se sintió identificado al leerlo?
–En todo caso, me atrajo la manera de describir ese mundo. El escritor, al ser profesor, conoce muy bien los colegios, la educación, dónde están los problemas de acoso escolar o de la marginación dentro de la escuela, el barrio o la sociedad.
–¿Cómo le habló Sala de su libro durante el rodaje?
–Charlé con él antes de leerlo. Él tenía muchas ganas de describir a los personajes con un lenguaje poco correcto, muy espontáneo, reflexivo a veces. Quería ser fiel a un sentir y eso me parece interesante. Hacía mucho hincapié en ello, y está muy bien retratado. A veces resulta difícil reflejar el uso del léxico en lugares determinados.
–¿A quién le regalaría «El castigo»?
–A los adolescentes, porque hace ver lo duras que son las condiciones en los institutos, la vida en los barrios, cómo tienen conceptos confundidos de los valores, de lo que importa y lo que no. El libro descubre cómo se relacionan los jóvenes y el despertar de la sexualidad, cómo gestionar esos sentimientos y emociones. Para adolescentes es un libro revelador y también para cualquier adulto al que le atraiga conocer otras realidades y entenderlas. Es una obra que no hace pornografía de las emociones.
–También podría servir de manual para el docente.
–Exactamente. Admiro el trabajo de los profesores, tanto de Primaria como de Secundaria. Son capaces de acompañar y aguantar, de entender y comprender la manera de pensar de los niños que se van a convertir en adultos y ciudadanos responsables. A veces les chupan la vida, se les va la energía intentando aportar algo bueno, una educación, unos valores. Tiene mucho mérito, es una función muy concreta y a veces se nos olvida.
–¿Entonces la clave de la historia es la empatía?
–Totalmente.