Vuelven los tablaos (por amor al arte)
Reabre el Corral de la Morería un día a la semana, una utopía dentro de un panorama que ha visto irse a otros míticos como Casa Patas y el Villa Rosa
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La puntualidad nunca fue una virtud del flamenco ni de los flamencos. Pero con un poco de paciencia, el resto es dejarse llevar. Así empezaba ayer la reapertura del Corral de la Morería. Catorce meses después del cierre por pandemia y pasados 40 minutos de la hora de la convocatoria, los hermanos Del Rey subían al escenario del templo flamenco para dar la buena nueva. Eso sí, en este mundo al visitante se le cuida, e igual que se le hace esperar se le invita a una cervecita sin miramientos.
Así que, entre refrigerios, bebidas espirituosas y mucho arte, se comunicaba una vuelta con algún pero. Una vuelta que es, por encima de todo, un gesto de amor al arte, porque si se echan números lo mejor es esperar otros tantos meses. Por lo menos, hasta que el turismo internacional (alrededor del 80% de los clientes de estos locales) se recupere. Mientras, con la decisión en firme, solo queda entregarse a las palmas, al taconeo y al cante sin mirar atrás. Llenar un espacio que abrirá al 25% una vez a la semana (los sábados, con la excepción del 17 de mayo, cuando celebran el 65º aniversario) y que se erige como una utopía dentro de un panorama en el que otros míticos no pudieron más.
Esto va por tablaos como Casa Patas o el Villa Rosa. A los que la cuesta vírica-burocrática se les hizo demasiado larga. «Económicamente es inviable», sentenciaban los hermanos. Así lo comunicaba un día antes a este periódico Martín Guerrero, propietario de lo que fuera Casa Patas, cerrado con la pandemia y centrado en exclusiva en su Fundación. Un año después de tirar la toalla, hablar con él es ver la desesperación del emprendedor exhausto, sin oxígeno ni dinero ni esperanza para seguir.
Eso mismo han pensado centenares de veces los Del Rey durante catorce meses, sin embargo, ahora han sacado el orgullo para dar un último arreón que dé «visibilidad a este patrimonio único y apoyar a los artistas», pero también a cocineros, camareros, limpiadores, proveedores... A todo un equipo que nadie representa mejor que Luis Aznar, el principal escudero que ha tenido el Corral desde 1956 y quien todavía recuerda sus aventuras junto a la farándula mundial.