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El poder de la palabra

También los mejillones

Sí, señora Calvo, también va de la Libertad el poder tomar cañas y mejillones o berberechos. Y elegir el establecimiento en el que nos apetece hacerlo. Jamás el PSOE llegó tan bajo ni la mediocridad de sus dirigentes tan alto. Han escupido por esa boca, con excusas de mal perdedor, unos, y con la mala baba del rencor, otros, unos análisis sobre lo que ha pasado en estas elecciones que no los suscribiría ni un chaval de 14 años. La soberbia y la prepotencia del peor secretario general del PSOE y del más nefasto presidente del Gobierno Español desde la Primera República (sí, ha superado a Zapatero) ha contaminado a todos los dirigentes del núcleo duro de este partido centenario y necesario para la buena marcha de España. Pero también ha extendido una pátina de cobardía en otros dirigentes actuales del PSOE (la valentía de Felipe González, Guerra, Corcuera, Leguina y Nicolás Redondo se nos antoja un islote, desafortunadamente) que no ponen definitivamente pie en pared para parar a este sujeto, pagado de sí mismo, que tanto daño está haciendo a su partido y, por ende, a España.

Todos son corresponsables de la deriva del PSOE, excepto la vieja guardia, por su silencio cómplice y cobarde. Y la culpa de los resultados electorales hay que repartirla más allá de Gabilondo (que tiene su parte por dejarse manipular por unos incompetentes) y el señor Franco, el tipo más gris de cuantos han pasado por la Federación Madrileña socialista. Sin lugar a duda, Sánchez, el otro Redondo, el aranero Ábalos y el lastre de Lastra son los autores intelectuales de tamaña picia y los últimos responsables. De nuevo, gracias (no extensibles) presidenta Ayuso, por ganar nuestra libertad, por defender la Libertad y por haber echado de la vida política a ese individuo de cuyo nombre esperemos no acordarnos más.