El “Joven caballero” de Carpaccio recupera su frialdad
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha presentado los resultados de la restauración de una de sus obras “más emblemáticas”
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Vuelve el esplendor a una de las obras más emblemáticas y misteriosas del Museo Thyssen-Bornemisza, “Joven caballero en un paisaje”, de Vittore Carpaccio. Porque, no olvidemos que son muchas las teorías sobre quién es el hombre protagonista del cuadro. De esta forma, desde hoy se muestran los resultados del trabajo realizado en una instalación especial en la misma sala 11 de la colección permanente donde se ha llevado a cabo, de cara al público, durante los últimos meses. La muestra forma parte del programa de exposiciones y actividades organizadas con motivo del centenario del nacimiento del barón Thyssen-Bornemisza.
El cuadro restaurado se presenta junto a un vídeo que ilustra la intervención y los resultados obtenidos gracias al estudio técnico que ha acompañado al proceso. Los análisis de materiales, las radiografías y reflectografías y otras herramientas de investigación han permitido estudiar la pintura en profundidad para conocer con detalle, por un lado, su proceso creativo y el método de trabajo del artista, y por otro, obtener la información necesaria para acometer la restauración con el máximo rigor y respeto hacia la obra.
Una de las prioridades ha sido la estabilización del soporte del cuadro, consolidando zonas frágiles de la capa pictórica. Pero también se ha eliminado también el barniz envejecido y amarilleado que cubría la superficie alterando por completo el efecto lumínico y las combinaciones cromáticas originales. Además, se ha restaurado el marco que realza y protege a la pintura. Así, aseguran desde el museo “se recupera la correcta lectura de esta obra maestra tal y como fue concebida por su autor y mejorar su estado de conservación para que perdure en el tiempo en las mejores condiciones posibles”.
Otro de los puntos destacados tras la restauración es que “el tono general del cuadro es más frío de lo que parecía antes de empezar; los blancos son ahora más luminosos, las carnaciones rosadas y el cielo de un azul intenso”. Igualmente, en los edificios aparecieron tonos rosas venecianos y recobraron su intensidad los toques de luz en la hierba y en las flores. La zona del armiño, “antes algo confusa y apagada”, puntualiza el centro, ha recobrado vida y luminosidad, y la armadura ha recuperado su magnífico tono metálico gris-azulado, resaltando sobre el resto de la composición y devolviendo al joven caballero su imponente protagonismo.