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Teatro

Crítica de teatro

“Los hermanos Machado”: Entre la culpa, el miedo y el amor ★★★☆☆

Félix Martín y Carlos Martín se meten en la piel de los hermanos Machado
Félix Martín y Carlos Martín se meten en la piel de los hermanos MachadoMARCOS CEBRIANTeatro del Temple

Autor: Alfonso Plou. Director: Carlos Martín. Intérpretes: Carlos Martín, Félix Martín y Alba Gallego. Teatro Fernán Gómez (Sala Jardiel Poncela), Madrid. Hasta el 13 de junio.

Después de constatar en Colliure el fallecimiento de su hermano Antonio y de su madre, Manuel Machado, que ha sido repudiado en aquel territorio francés por José, otro de sus hermanos, regresa con pesadumbre al domicilio familiar en Madrid para hacerse cargo de él. Allí, asaltado por infinidad de recuerdos, y asediado por la culpa de haber traicionado tal vez los ideales republicanos y modernizadores que siempre había abanderado su familia, Manuel evoca, en una suerte de delirio que pueda sanar su alma, la vida en común junto a su hermano.

Así arranca el argumento de la obra “Los hermanos Machado”, de la compañía aragonesa Teatro del Temple. Las diferencias de carácter y personalidad de los dos poetas, sus respectivas opiniones o sentimientos en relación a algunas personas cercanas o sus actitudes ante algunos acontecimientos históricos o personales son los ejes que marcan la interacción dramática en esta función escrita por Alfonso Plou con honestidad y humanidad.

Carlos Martín y Félix Martín se meten en la piel de Antonio y Manuel, respectivamente, en un juego teatral bien construido que huye de la solemnidad dialéctica gracias a la incorporación de algunos personajes femeninos –interpretados todos por la joven Alba Gallego– que fueron importantes en la trayectoria de los Machado. Bien movidos por el director, los protagonistas ocupan el espacio de ensoñación que propone la dramaturgia entrando y saliendo continuamente de una acción que recupera, de forma fragmentaria, momentos relevantes en la vida de los dos poetas para que el espectador pueda conocer la idiosincrasia de cada uno y para que pueda comprender, además, el inquebrantable amor y la profunda amistad que se profesaron siempre uno a otro.

Se advierten –amén de cierto acartonamiento estético– algunos “trucos” en la construcción de los diálogos para poner al público en antecedentes con respecto a la naturaleza de las situaciones escenificadas. Eso va en detrimento del potencial puramente dramático que tienen los dos personajes principales; pero es verdad que es un mal inevitable cuando la intención de la compañía es, precisamente, acercar con rigor la historia real al público para que pueda entenderla sin demasiados conocimientos previos.

Lo mejor

La mirada tierna y comprensiva que ofrecen autor y director sobre estos dos símbolos de la España fracturada.

Lo peor

La contextualización didáctica de algunas escenas, para que todo el mundo las entienda, resta dramatismo a las situaciones.