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En solfa

El Escorial: de Muti a la nada

Este verano no hay programación en un auditorio que corre el riesgo de deterioro en sus instalaciones por falta de mantenimiento

Cuando Alberto Ruiz Gallardón alcanzó la presidencia de la Comunidad de Madrid en 1995 y Gustavo Villapalos era consejero de cultura se albergó la idea de construir un auditorio en San Lorenzo de El Escorial que emulase los festivales de Salzburgo. Fui consultado, dada mi vinculación con el presidente y con la villa. Nunca entonces imaginé los problemas en que, de una forma u otra y sin comerlo ni beberlo, me vería implicado. De entrada les manifesté que construirlo a los pies de la presa, en el inicio del pinar de Abantos, era una locura tanto por el riesgo al ser cauce de desagüe del monte como por la agresión ecológica al mismo que supondría la llegada de público y vehículos. También que se olvidasen de Salzburgo y pensasen más en Glyndebourne. Me hicieron caso en parte y, oficiosamente, me encargaron la búsqueda de un solar. No era fácil, ya que la altura de la caja del auditorio-teatro no podía competir con el Monasterio. Lo encontré en la misma Plaza de Terreros, aprovechando un importante desnivel que ocultaba bastante aquella caja. Las negociaciones fueron arduas y finalmente hubo de expropiarse. Una fundación, presidida por Repsol, iba a ser su propietaria.

Se inauguró el 6 de julio de 2006 con 25.000 m2 y 1.324 butacas distribuidas en una sala de 1.044 y otra de 280. La CAM se encargó de gestionarlo los primeros años. La idea inicial fue abrirlo con un «Don Carlo» con varios escenarios a la limón –el propio auditorio, la Lonja, el Patio de los Reyes y el Jardín de los Frailes– pero hubimos de desistir ante la rotunda negativa del prior a autorizar el uso del Monasterio y ni el propio duque de San Carlos, entonces presidente del Patrimonio Nacional, estuvo muy convencido: era un insulto a los Reyes. Ni siquiera fue posible ofrecer la obra entera y hubimos de conformarnos con una selección y con las «Cuatro piezas sacras» verdianas a cargo del Coro y Orquesta del Mayo Musical con Muti al frente, ya con Esperanza Aguirre en la CAM y la presencia de los Reyes. Por las primeras temporadas pasaron nombres del relieve de Frittoli, Ganassi, Furnaletto, los English Baroque Soloists y el Coro Monteverdi liderados por Gardiner –que quiso ligarse la festival– la Sinfónica de Galicia con Víctor Pablo, el Concerto Italiano bajo la batuta de Alessandrini, la London Symphony con Colin Davis, la Orquesta de París con Eschenbach, Battistelli, Tamara Rojo... Se pensaba ofrecer «Don Carlo» cada año e incluso grandes de la regia se interesaron pero...

Esperanza Aguirre se desinteresó de este proyecto y de los Teatros del Canal. Incluso existió una peculiar pelea por el nombre del auditorio. Su gestión pasó a concurso y tuvo concesionarios diversos, empezando por el entonces presidente de la patronal, Díaz Ferrán, y terminando por Clece de Florentino Pérez. Clece, con Boadella como director artístico, luchó por mantener el nivel, pero año tras año han decaído los presupuestos.

Hace unos meses volvió a concurso la gestión. Aún no ha sido adjudicada. El resultado es que, al día de hoy, este verano no hay programación alguna. De Muti a la nada, éste es el resumen. Una lástima con la enorme cantidad de ideas que se han barajado para dotar de contenido todo el año a un edificio que hasta corre el riesgo de deterioro en sus instalaciones por falta de mantenimiento. Señora Presidenta Ayuso: si necesita ayuda, sabe donde encontrarla.