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«El hombre almohada»: Ficcionando la realidad ★★★★☆

Elena C. GraiñoTeatros del Canal
La Razón

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Autor: Martin McDonagh. Director: David Serrano (también responsable de la versión). Intérpretes: Belén Cuesta, Ricardo Gómez, Juan Codina y Manuela Paso. Teatros del Canal, Madrid. Hasta el 20 de junio.
Tiene radicalmente dividido al público más teatrero este montaje de «El hombre almohada» dirigido por David Serrano. Dicen quienes vieron las primeras representaciones que las interpretaciones eran bastante desconcertantes y que cada actor parecía estar en un código distinto. Tal vez fuera así; quizá haya habido algunos reajustes en la dirección de actores con la obra ya estrenada y yo haya tenido suerte, por tanto, de verla más adelante, un poco más rodada. Porque lo cierto es que ahora mismo los cuatro intérpretes están perfectamente ensamblados y colocados al servicio de una historia, muy singular desde el punto de vista estilístico, cuyo lenguaje literario, escénico y conceptual se distancia deliberadamente del realismo –a mí parece que esto no se ha entendido bien por parte de algunos espectadores– y hunde sus raíces en una tradición narrativa fantástica a la que homenajea abierta y extensamente, hasta el punto de asomarse incluso al “pulp” y de revitalizar este género con una hondura inusitada. De hecho, en el humor negro y macabro que rezuma toda la obra –y que creo que tampoco se ha entendido bien–, así como en algunos elementos intencionadamente cutres de la escenografía, se advierte un simpático y pertinente guiño al cine de serie B con el que muchos nos hemos criado.
Desde luego, a día de hoy, Belén Cuesta está más que correcta –si bien podría haber sacado más jugo de los relatos puntuales que tiene que narrar su personaje– en el rol protagonista de una escritora que es detenida e interrogada por la policía de un régimen totalitario en relación a unos crímenes que se parecen a los que ella describe en sus cuentos. Ricardo Gómez, por su parte, está soberbio en un papel, el del atormentado hermano de la escritora, que es un caramelito para todo buen actor. Por último, Manuela Paso y Juan Codina, dos actorazos con una trayectoria ya admirable, aportan a la historia en los personajes de policías, amén de un dominio apabullante del ritmo escénico, toda esa dimensión de irrealidad, atemporal y casi fantasmagórica, en la que cabe situar la acción.
Así pues, dejando de lado esos posibles desajustes interpretativos de los primeros días, si es que han existido, resulta difícil sacar alguna otra pega, porque la función es una auténtica obra maestra, propia de un autor tan extraordinario como es Martin McDonagh, de quien ya habíamos tenido oportunidad de ver representados en nuestro país otros textos brillantes, pero quizá no tan geniales. En esencia, “El hombre almohada” es un inteligentísimo y complejo canto, repleto de capas metaliterarias, a la ficción pura y dura, y a la capacidad que esta nos brinda a todos –en cuanto que somos seres capaces de construir relatos– para interpretar la realidad, para darnos sentido dentro de ella e, incluso, para hacerla bonita e imperecedera cuando no lo es.

Lo mejor

El breve relato de ficción que inventa el personaje de Manuela Paso es ya, por sí solo, una genialidad.

Lo peor

La escasez de matices interpretativos por parte de Belén Cuesta cuando está narrando los cuentos de su personaje.