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Arte

ARCO se presenta al rescate con una edición vital para el sector: el arte vuelve a ser buena inversión

La celebración de la Feria, que dedica un programa especial a artistas femeninas, solo puede calificarse de heroica: urge recuperar la normalidad

La obra de Nicolás Grospierre, «The picture which grows»
La obra de Nicolás Grospierre, «The picture which grows»ARCO

La 40 edición de la Feria Arco se ha convertido en la más especial de todas sus convocatorias. Cuando las grandes ferias del circuito internacional –ahí están los casos destacados de Art Basel, Art Basel Miami Beach o la FIAC de París– han suspendido sus ediciones de este año, la cita madrileña ha dado un osado y encomiable paso al frente y, aunque en una fecha inusual, abrirá sus puertas el 7 de julio. El objetivo no puede haber sido formulado de una forma más nítida por la organización: propiciar la recuperación del mercado. Si el mercado artístico español adolece, en circunstancias normales, de una anorexia estructural, la feroz crisis traída por la pandemia lo ha sometido a un estrés por inanición que lo ha dejado muy tocado. En 2020, las ventas de arte en España decrecieron en torno al 60 por ciento. Teniendo en cuenta que la mayoría de las galerías españolas son de carácter «familiar» y con unos ingresos muy por debajo de los siete dígitos, el socavón que ha dejado la Covid-19 casi engulle a la mayor parte de las empresas establecidas. De ahí que la edición de 2021 de Arco adquiera un carácter de emergencia. No solo hay que vender lo que sea, sino lanzar un mensaje a instituciones y coleccionistas de que la normalidad está cerca y el arte vuelve a ser un excelente nicho de inversión.

La mitad de galerías, foráneas

Es evidente que ésta no es una edición al uso. Las circunstancias han obligado a reducir a casi la mitad el número de galerías participantes: de las 209 de 2020 a las 130 de este año. También disminuye el porcentaje de galerías internacionales: del 77 por ciento del año pasado al 50 del actual. Son cifras que, en otro contexto, habría que interpretarlas como menguantes, pero que, en el actual, solo cabe adjetivarlas como heroicas. Que Arco se celebre y que la mitad de las galerías procedan de fuera de España supone un éxito de organización que ha de ser subrayado.

Es una edición de emergencia: no solo hay que vender lo que sea, sino recordar que el artes es una excelente inversión

Cierto es que, como ha sucedido en ediciones anteriores, el listado de galerías foráneas destaca por la ausencia de los grandes marchantes mundiales. Si, en los años previos, Hauser & Wirth descolló como la principal multinacional del sector en la feria, está vez su ausencia ha convertido a una marca como Perretin en uno de los principales reclamos de la convocatoria. Arco debe diseñar un futuro próximo en el que logre un salto de nivel; y este objetivo pasa inexorablemente por la asistencia de las «majors» del mercado del arte: David Zwirner, Gagosian, Pace, White Cube, etcétera.

Para la presente edición, Arco vuelve a apostar por el programa Opening –una selección de proyectos realizada por Övül Durmusoglu y Julia Morandeira–, que se ha consolidado, durante los últimos años, como la sección más interesante e imprevisible de la feria, con propuestas que rompen el conservadurismo generalizado. Latinoamérica también se ha perfilado, durante los últimos años, como una de las apuestas estratégicas de Arco. Y, para la presente edición, la sección Remitente será la encargada de dar cobertura a aquellas galerías del otro lado del Atlántico que no han podido acudir a Madrid.

Resulta especialmente significativa la sección que Arco 2021 ha dedicado a la presentación de proyectos realizados por artistas mujeres. Tras años de denuncias de los colectivos feministas por el reducido porcentaje de autoras femeninas representadas en los distintos stands, Arco ha decidido atacar frontalmente este problema estructural, acotando un espacio en el que se podrán ver proyectos de artistas tan relevantes como Almudena Lobera, Dominique Gonzalez-Foerster o Rebecca Ackroyd.

Tras años de denuncias de colectivos por la escasa presencia de autoras, Arco lo resuelve con un espacio exclusivo de mujeres

Este año, más que ningún otro, los estados de ánimo van a determinar el mayor o menor éxito de la feria. En el ambiente, flotan la euforia y el miedo a partes iguales. A pocas horas de que se inaugure la 40 edición de Arco, resulta imposible adivinar cuál será la «pasión» que triunfará: el entusiasmo ante el retorno de la actividad, o la agonía de la supervivencia. Quizás ambas se entreveren e impidan derivar una conclusión en un sentido concreto. Lo que está claro es que hay ganas de volver a Ifema, y que este regreso sea para mostrar y vender arte, y no para alinear camas de enfermos por Covid. Los reencuentros que se produzcan este año en los pasillos de los pabellones 7 y 9 ya no serán los tradicionales de un año para otro; ahora la sensación que prevalecerá será la de vernos después de que un modo de vida haya desaparecido, y otro haya emergido. Lo que antes era una rutina, ahora nos parecerá un milagro. Hace un año, había un hospital; hoy se expone una expectativa de futuro. Arco 2021 es más necesario que nunca. Y entre todos debemos convertirlo en una cita inolvidable.