Un rockero, un travesti y Plauto (el primer hippie)
«Mercado de amores» se estrena hoy en las ruinas del Teatro Romano de Mérida con Pablo Carbonell y Víctor Ullate Roche en el elenco
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Se congratula Pablo Carbonell de haber dejado el vaso de cubata a un lado. El cambio ha sido radical. Abandonó el tintineo de los hielos contra el cristal para agarrar el boli y ponerse a rellenar hojas en blanco. El próximo libro, uno que pretende titular «El nombre de los tontos está escrito en todas partes», pero que todavía tiene que negociar con la editorial, cuenta. Una vida más sana o erudita, digamos, que, sin embargo, no le ha retirado de los escenarios; bien sea con sus Toreros Muertos o entregado al mundo de la interpretación.
Sin todavía haber cerrado la gira de «Blablacoche», Carbonell encara esta noche la puesta de largo de un proyecto con más «empaque», dice del «Mercado de amores» que presenta en el Teatro Romano de Mérida. Un lugar que encogería a cualquiera, «pero no a un viejo rockero», uno de esos que nunca mueren. Así justifica el cantante y actor su tranquilidad a horas del estreno en su primera visita como intérprete a las ruinas: «Los cantantes de rock estamos acostumbrados a grandes audiencias y, además, hacer una obra que parte de comedias que han superado el paso de 2.000 años me da un cierto grado de relajación, aunque seguro que los nervios aparecen en algún momento antes de la función y bienvenidos sean».
Esa base de «Mercado de amores» son tres de las piezas que escribió Plauto («Casina», «Mercator» y «Asinaria») y que ahora Eduardo Galán ha mezclado para formar una comedia de enredos dirigida por Marta Torres y en la que se pondrá sobre el tapete el conflicto entre padres e hijos por una misma mujer y la competencia en el mundo de los negocios. «Plauto recogió una moda que también vendría con los hippies: denostar el pensamiento de los mayores. Jóvenes con nuevos planteamientos y ansias de libertad, pero que, a su vez, copiaban el pasado, como hizo Plauto con el teatro de los griegos, que siempre fueron los listos de la clase, porque los romanos eran los salvajes», cuenta Carbonell.
El cantante será Pánfilo, mercader y padre pelusón de la conquista de su hijo, aunque aquí aparece el primer cambio de la versión: es hija, Erotía (Ania Hernández). Galán ha cambiado el género para, en palabras del protagonista, «empoderar a la mujer, como sucede a marchas forzadas cada semana en la vida real». Y con el cambio de sexo de Erotía, su conquista, Carino (Víctor Ullate Roche), hace lo propio. Personaje que su intérprete define como «un esclavo que se enamora apasionadamente de Erotía, que lo compra en el mercado de Atenas. Ella decide llevarlo a Roma porque es comerciante y tiene que darle unos dineros a su padre, y no quiere irse sin su esclavo». Para facilitar la salida, Ullate deberá travestirse como ya hicieran Jack Lemmon y Tony Curtis en «Con faldas y a lo loco» (1959).
A partir de ahí, lujuria, codicia, planes urbanísticos, corrupción... «Todo lo que retrató Plauto sigue vigente. Solo ha cambiado el papel de la mujer –cuenta Carbonell–. Es espectacular porque las personas que pintaban en las cuevas prehistóricas eran iguales que nosotros. Tenían las mismas inquietudes artísticas y necesidades sociales. Me gusta poner un clásico sobre el escenario porque le damos la mano al hombre de hace 2.000 años».
Así, Carbonell y Ullate encabezan un reparto en el que el primero asegura que Hernández será la gran «sorpresa» de la función y eleva a la actriz a la categoría de «gran dama del teatro con solo 25 años». Por su parte, el también bailarín, que ya visitó Mérida con «Hércules» (2015), habla de la energía de pisar el Teatro Romano: «Transmite grandiosidad». Eso sí, menos bucólico es coreografiar a Carbonell: «No es muy ducho a mover su cuerpo», ríe. Y el implicado contesta: «Mi manera de bailar es anárquica total».
- Dónde: Teatro Romano de Mérida, Extremadura. Cuándo: hasta el 18 de julio. Cuánto: desde 13 euros.