Crítica de “Un bocado exquisito”: todo por una estrella

Título: Un bocado exquisito (Smagen af sult). Dirección: Christoffer Boe. Guion: Christoffer Boe y Tobias Lindholm. Intérpretes: Nikolaj Coster-Waldau, Katrine Greis-Rosenthal, Charlie Gustafsson. Dinamarca-Suecia, 2021, 144 min. Género: Drama.

Es la vieja historia entre el artista ciego, obsesionado por su obra, y su mujer despechada. Parece que ambos juegan en la misma liga -conseguir que su restaurante luzca una estrella Michelin- pero las fermentaciones de la alta cocina están pudriendo a la pareja sin que el artista gastrónomo lo perciba, incapaz de conciliar sus ambiciones con el amor marital. Christoffer Boe comete el error de interrumpir el plato principal (el presente) con los aliños y especias que nos transportan a los momentos clave del pasado que, se supone, explican la crisis que se desencadena en estado intermitente. Esa intermitencia, con sus obligadas elipsis, desdibuja a los personajes, o lo que es lo mismo, es un truco para que se comporten como al director y al guionista les da la gana. Por lo demás, es lo que se puede esperar de una producción Zentropa: buena factura para un cuento moralista -el adulterio se paga con la misma moneda que la megalomanía- con redención final.

Lo mejor: las (pocas) escenas de alta cocina son francamente apetitosas.

Lo peor: su estrategia narrativa dificulta entender ciertas decisiones de los personajes.