“Free Guy”: la singularidad según Ryan Reynolds
Videojuegos y cultura popular se dan la mano en la nueva película de Shawn Levy (“Noche en el museo”), que cuenta con Jodie Comer y Ryan Reynolds en el reparto
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Hace algo más de dos años, el 19 de marzo de 2019, se completaba uno de los movimientos empresariales más importantes de la historia del cine. Disney, gracias a un nada desdeñable y metafórico cheque de 71.000 millones de dólares, se hacía con 20th Century Fox y todas sus propiedades intelectuales registradas. Franquicias tan valoradas como “Los Simpson”, “Avatar” o los “X-Men” pasaban a formar parte de la Casa del Ratón. Los guionistas Matt Lieberman (“¡Scooby!”) y Zak Penn (“El último gran héroe”) se acababan de reunir con Shawn Levy, y habían conseguido que el director de “Noche en el museo” y “Doce en casa” priorizase un pequeño proyecto que tenían entre manos: “Free Guy”. La película, que por entonces estaba más enfocada hacia la ciencia ficción que hacia las aventuras, cayó en una especie de limbo junto a otros proyectos de Fox en los que Disney confiaba, pero cuyo futuro era incierto tras la compra.
“La mujer en la ventana”, que acabó malvendida a Netflix, o “La crónica francesa”, de Wes Anderson y que se retrasó más de 18 meses, no hacían prever nada bueno para el filme. Entonces llegó Ryan Reynolds. El actor canadiense, célebre por interpretar a “Deadpool” en la gran pantalla, puso el carisma (y el dinero) que hacía falta y más de tres años después de que estuviera terminado el borrador de su guion, “Free Guy” llega este viernes a las salas españolas.
El desafío del diseño de producción
Por supuesto, la incorporación de la película al universo de Blancanieves y el Capitán América, ya que casi la hace desaparecer, debía tener hueco en el filme: “Las menciones a Disney y el uso de sus propiedades en la película no estaban en el libreto original. Queríamos tener un tercer acto en el que Guy, el personaje de Reynolds, subiera de nivel y fuera capaz de disponer de cualquier juguete o herramienta que tuviera. Por eso, cuando Disney compró Fox nos dimos cuenta de que teníamos, sin querer casi, acceso a la mayor juguetería de la cultura occidental. De la historia del cine, incluso. Por eso decidimos meterlos en la película. Es muy divertido, y más divertido es ver las reacciones de la gente a ello”. Quien habla, con la confianza y la honestidad de quien lleva más tiempo produciendo que dirigiendo es Shawn Levy, que firma su primer largometraje desde “Noche en el museo: el secreto del faraón” y el proceso de duelo que significó el fallecimiento de su buen amigo, Robin Williams.
Más de un lustro después, y habiéndose dejado caer por “Stranger Things”, Levy se sirve del carisma de Reynolds para contar una historia sobre un tipo cualquiera, uno más del montón, con un trabajo del montón, un amigo del montón y unas aficiones, lo han adivinado, también del montón. Un buen día, este mediocre (de ahí el “guy”, tipo, en inglés) descubrirá que puede ser alguien más, que no tiene que seguir el camino de lo convencional y que, quizá, haya un mundo todavía por descubrir: “He contado muchas historias gracias al CGI y los efectos digitales. Y siempre intento mantener un equilibrio entre los efectos digitales y el interés humano de las historias”, explica el realizador. Y sigue: “El desafío en “Free Guy” era no perderse en lo digital. Y era también lo divertido, porque trata sobre un personaje dándose cuenta de que vive en un mundo de videojuegos. Por eso, hay momentos en los que los efectos digitales pueden deslumbrarnos, porque quería dar la sensación de que el personaje de Ryan Reynolds está sobrepasado por las circunstancias, apabullado”, añade.
Del “Grand Theft Auto” a Mariah Carey
Para entender la nueva película de Levy, además de estar dispuesto a sentarse durante sus casi dos horas de metraje de tiros, explosiones, amor y Mariah Carey, hay que saber primero lo que es un NPC. Estos “Non-playable-character” (personaje no jugable, otra vez inglés) son los bits, casi en forma de extras del cine, que nos encontramos en cualquier videojuego. Reynolds da vida a uno de ellos, y lo hace en el más difícil todavía de los sentidos, convirtiéndose en el primer NPC que alcanza la singularidad, es decir, cuando un organismo —en este caso, digital— es capaz de pensar por sí mismo y tomar sus propias decisiones, cuando tiene libre albedrío, si nos queremos poner escatológicos. Ontológicamente, un cacao; cinematográficamente, un espectáculo tan divertido como aterrador respecto a la explotación de las propiedades intelectuales en un Hollywood parco de ideas. Por suerte, siempre nos quedará Ryan Reynolds: “Como actor, es el sueño de cualquier director. De inmediato empezamos a conectar sobre lo que queríamos contar y cómo queríamos hacerlo. La química fue inmediata, porque ambos queríamos que “Free Guy” estuviera llena de acción pero no por ello hacerla fría, que mantuviera su alma intacta. También queríamos que fuera lo más universal posible, que todo el mundo pudiera encontrar su propio relato dentro de ella. Y sobre todo dejar clara la idea de la película: se puede vivir en el fondo, como un NPC, o se puede dar un paso al frente y de verdad mejorar la vida de quienes te rodean”, explica emocionado el director.
Después de acercarse al revisionismo histórico, a la comedia familiar y al boxeo entre robots (notable, su “Acero puro” junto a Hugh Jackman), Levy es sincero respecto a su acercamiento a los videojuegos para preparar la película: “Diría que, antes de entrar en el proyecto, era un jugador bastante casual. Entre mis favoritos, debería citar los de mi juventud, claro, pero entre los recientes he jugado mucho al “Grand Theft Auto” y a “Uncharted”, también por lo cinemático que es este último y cómo cuida a sus personajes. Ni mucho menos era un jugador empedernido antes de subirme a la película. En los nueve meses en los que estuvimos trabajando el guion, me documenté todo lo que pude, y eso pasa por jugar a muchos videojuegos distintos. Junto a diseñadores y creativos, aprendí mucho sobre la artesanía misma de crear los juegos”, se despide de su entrevista con LA RAZÓN.
“Free Guy”, el último asalto a la taquilla veraniega de una Disney que se ha decidido a dejar de experimentar con los estrenos simultáneos, es un pasatiempo extraordinario y lleno de detalles para los más jugones. Jodie Comer, otrora magnífica en “Killing Eve”, se pierde en las largas explicaciones que debe su personaje al espectador y Taika Waititi, que aparece para ser el malo malísimo, vuelve a demostrar que es el mejor actor del mundo a la hora de dar vida a ególatras. Con la esperanza de que esté actuando, la película es otra pelea del cine moderno contra —o a favor, según interpreten qué— el transhumanismo. Después de “La Emoji Película”, “Ready Player One”, la segunda parte de “Jumanji”, y hasta la última entrega de “Space Jam”, la Meca del cine tiene una conversación pendiente sobre la “carcasa” humana. “Free Guy” no pretende responder a ninguna pregunta y, al menos, eso la honra.