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Historia

“Centennial Light”

Historia de la bombilla que lleva encendida desde 1901

Figura en el libro Guinness de los Récords Mundiales, alumbra un parque de bomberos desde esa fecha y dispone de redes sociales, un correo electrónico y una cámara que la graba y que permite verla en directo a través de una página web. Es la respuesta al desafío que supone la obsolescencia programada de hoy en día

Imagen de la "Centennial Light", que lleva encendida más de un millón de horas
Imagen de la "Centennial Light", que lleva encendida más de un millón de horasWikipediaWikipedia Commons

Dispone hasta de nombre, “Centennial Light” (que recibió al cumplirse su centenario), es la bombilla en funcionamiento más duradera, según el Libro Guinness de los Records Mundiales, y brilla desde 1901 en el 4550 de East Avenue, en Livermore, California, en la estación del Departamento de Bomberos. Cuelga del techo, a seis metros de altura, y es probable que ni siquiera el inventivo Thomas Edison hubiera imaginado una uso tan prolongado y permanente para ninguna de sus creaciones. Ha alcanzado tanta fama que cada año cientos de turistas que visitan la ciudad reservan una pizca de su tiempo para pasarse por allí y verla con sus propios ojos. Una cámara web la graba las veinticuatros horas en directo (puede seguirse en esta dirección: http://www.centennialbulb.org/cam.htm) para que el mundo asista a este espectáculo tecnológico que casi parece una superchería o algo mágico o fantástico. De hecho, hasta se ha habilitado de un correo electrónico para los curiosos que tengan preguntas o alberguen dudas: centennialbulb@hotmail.com. Es uno de los grandes orgullos de la ciudad, se organizan fiestas en las fechas de los grandes aniversarios y, para muchos, es un “milagro” de la ciencia, aunque esa expresión suponga contradicción en los términos.

¿Cuál es su historia? Al principio nadie disponía de suficiente información y nada resultaba demasiado esclarecedor y sí muy vago y disperso. Ni siquiera los bomberos destinados a este parque se habían planteado desde cuándo los iluminaba. La miraban, contemplaban su incandescencia roja con asombro y algo de incomprensión, y, después aseveraban que lo único que conocían de ella con absoluta seguridad es que jamás se apagaba y que daba luz desde que ellos contaban memoria. Todo a su alrededor permanecía en la más densas de las brumas hasta que en 1972 se interesó por ella un periodista local, Mike Dunstan. A través de entrevistas, preguntas y diversas indagaciones, dio con una respuesta plausible, pero que resultaba sorprendente sino increíble: llevaba prendida desde 1901.

La razón de que existiera una bombilla que jamás se desconecte era bastante comprensible. Los bomberos necesitan una luz que permanezca encendida durante el día y la noche para guiarse a cualquier hora en caso de que tengan que atender una emergencia. A lo largo de sus averiguaciones, el reportero concluyó que fue un regalo de un empresario de la ciudad, Dennis F. Bernal, como le informó con puntualidad uno de sus descendientes. Quiso atender las necesidades cruciales de los bomberos en ese momento y atendió con generosidad sus demandas con una serie de objetos. Dentro de esa impedimenta estaría la bombilla, una fabricación de la antigua marca de fabricación Shelby Electric Company, hoy dedicada a la electricidad. En 1896, en esta empresa había entrado a trabajar un joven ingeniero francés, Adolphe Alexandre Chaillet, un hombre indómito, con ideas renovadas y desafiantes que, según un directivo, poseía nociones esenciales para mejorar las lámparas incandescentes, mejorar un 20 por ciento su eficiencia y añadir un 30 por ciento su vida, un gran mérito científico, pero un inconveniente comercial.

¿Por qué no se ha apagado?

Ahora que las principales marcas diseñan desde el inicio sus productos para acortar su durabilidad y eficiencia esta bombilla supone un desafío a esa convicción, que apoyaba y sostenía algún reconocido gigante tecnológico, y una contestación clara contra el consumismo perpetuo que se ha impuesto a esta sociedad, aunque sea a costa de su entorno. La bombilla no responde a principios comerciales (ya en 1924 se reunieron varias compañías dedicadas al negocio de la electricidad -que ahora tan mala fama tiene debido a la factura-en el conocido cartel de Phoebus y abogaron por producir bombillas en cadena, pero con fecha de caducidad: solo podían arder alrededor de 1.000 horas y preferiblemente menos), sino a las ideas que desarrolló Chaillet, lo que supone un ejemplo de lo que puede conseguir el hombre si se lo propone y, sobre todo, si se lo permiten.

Desde que alguien pulsó el interruptor, la conocida como “Centennial Light Bulb” ha permanecido brillando, salvo en cuatro momentos puntuales debido a traslados o reformas. Se ha calculado que ha superado con creces más de un millón de horas encendida, según una cuenta que se hizo en 2018. Pero lo que muchos se preguntan es el motivo de que una bombilla tan antigua -que en la actualidad arde a cuatro vatios, aunque se supone que su modelo es de 60 (no existe en este punto ninguna seguridad)- haya alcanzado este récord. Corren varias teorías alrededor, unas son supuestas, otras aceptables, algunas inverosímiles y otras posibles. Unas giran alrededor del filamento, que, comentan alguno, es el resultado de un procedimiento original y secreto que todavía nos resulta desconocido. Algunos han hecho hincapié en que se ha encendido y apagado en muy pocas ocasiones, lo que ha permitido una especie de combustión lenta y constante a baja intensidad que ha evitado que se fundiera y hay quien asegura que su manufactura, a mano, por lo que cuentan, junto a otros detalles de su fabricación ha redundado en un producto que casi resulta perfecto. Para muchos ya solo queda conocer hasta cuándo permanecerá dando luz.