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La película más original del Festival de Venecia es española: “Tres”

El director Juanjo Giménez explica que la cinta, apasionante, “cuenta la búsqueda de identidad de una mujer sin nombre”

Marta Nieto protagoniza "Tres", de Juanjo Giménez
Marta Nieto protagoniza "Tres", de Juanjo Giménez.La Razón

Si hubiera un premio a la película más singular de la Mostra, la española “Tres”, que se ha presentado en la sección Venice Days, lo ganaba por goleada. Después de la Palma de Oro y la nominación al Oscar al mejor corto por “Timecode”,Juanjo Giménez ha concebido un largo apasionante, que funciona a partir de un dispositivo complejo −la falta de sincronicidad entre imagen y sonido− llevado hasta las últimas consecuencias.

“La película cuenta la búsqueda de identidad de una mujer sin nombre”, sintetiza Giménez. “El momento clave de la escritura del guion fue hacer de la desincronía el motor narrativo del filme, encarnado en un personaje que es consciente de ella”. En efecto, Ella (excelente Marta Nieto), diseñadora de sonido arisca y adicta al trabajo, descubre una leve desincronía entre lo que escucha y lo que ve. “Ella no está en su centro, está desequilibrada. Hay una desincronía emocional que conecta con este síndrome que padece. Hay un vínculo, por tanto, entre lo íntimo y lo sobrenatural”, explica el cineasta. “Los actores están acostumbrados a trabajar con cromas o con pantallas verdes, y a imaginarse, por ejemplo, monstruos que no están allí. A Marta le pedía algo más difícil, que era viajar sonoramente en el tiempo. El producto de ese viaje era incierto para todos. La película tenía vida propia, porque muchos de sus efectos los fuimos encontrando durante el rodaje”.

En el segundo acto de “Tres”, la desincronización que padece la realidad de la protagonista aumenta poco a poco, obligando al espectador a reestructurar la percepción de la realidad fílmica a la vez que se adapta a la angustiosa subjetividad del personaje. La premisa de “Tres” está ejecutada con tal rigor que resulta difícil no darse cuenta de las posibilidades estéticas que genera, sobre todo en lo que se refiere a la colisión entre imagen y sonido y su resignificación (abierta, generosa, espontánea) y a la demostración de que sonido es, también, tiempo.

¿Podría considerarse “Tres” el contraplano sonoro a “Timecode”? “Lo que tienen en común es el diferido”, señala Giménez. “La comunicación personal se ha perdido, y el diferido te propone otra manera de relacionarte, quizás más profunda. En “Tres” las cosas más importantes nunca se dicen cara a cara. La falta de sincronía es una distorsión, y gracias a ella el significado de las cosas cambia. No sabes lo que vas a provocar con ello”. “Tres” se une a una cierta tendencia del cine contemporáneo -con películas como “Berberian Sound Studio”, “Sound of Metal” y la reciente “Memoria”, de Apichatpong Weerasethakul- que reivindica el papel del sonido frente a la hegemonía de la imagen. En cierto modo, son películas que rescatan al sonido de un papel secundario que, en el universo de lo digital, parece diluirse con más fuerza en lo inmaterial, en lo invisible. “En la película se puede tocar el sonido”, advierte

Giménez. Y esa búsqueda de lo material tiene que ver con un cierto regreso a los orígenes que cierra, de forma brillante, la odisea de esta viajera en el tiempo sonoro. Como si Giménez encarnara en ella un cierto poder mágico de las imágenes en movimiento, un secreto que solo puede definirse con esa desincronización “que es propia del cine, no de la novela, ni del cómic, ni de la pintura”. Tal vez, sugiere, “Tres” sea una película de superheroínas: “Podría titularse Delay Woman”.