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Vuelve el Teatro Real, vuelve la mejor ópera del mundo

La nueva temporada del Teatro Real, que traerá a Madrid un Puccini y un Händel antes de fin de año, se inaugurará el próximo 23 de septiembre con «La Cenerentola»

«La Cenerentola», aquí en su estreno en Oslo en 2017
«La Cenerentola», aquí en su estreno en Oslo en 2017ERIK BERG

Puede parecer el más banal de los lugares comunes, pero después de una temporada tan atropellada como la que alumbró el curso pasado el mundo de la cultura en directo, con el Teatro Real como punta de lanza, aquello de «que no haya noticia es la mejor noticia» se hace más una necesidad que un punto de apoyo desde el que entender la situación industrial de uno de los sectores más golpeados por la pandemia. Prácticamente un año después de la «polémica» que se formó por la distancia de seguridad (o, más bien, la percepción de un sector del público de que no existía) en los asientos más económicos del templo de la ópera en Madrid, y unos cuántos meses después de que el último rumor interesado de contagios masivos muriera antes de convertirse en «brote» –sanitario o informativo–, el Teatro Real presentó en el día de ayer «La Cenerentola», el espectáculo que inaugurará la ansiada temporada 2021/2022 el próximo jueves 23 de septiembre.

Para la vuelta a la normalidad más estrictamente canónica, la institución madrileña se ha armado de un clásico, la historia de La Cenicienta, un nombre que llama a propios y extraños, Gioachino Rossini, y la experiencia en la dirección de escena de Stefan Herheim, quien «devuelve al cuento sus elementos taumatúrgicos, dando al mismísimo Rossini una ‘’batuta mágica’' con la que dar vida a sus irreverentes personajes, en un permanente juego ilusionista más cercano al universo de Lewis Carroll que al de Charles Perrault», según explican desde un Real que, gracias a la dirección musical de Riccardo Frizza volverá a vivir en sus tablas la historia de la niña obligada a servir hasta que un hada madrina, unos zapatos de cristal y un príncipe solterón le solucionan de algún modo la vida. Más allá de las actividades paralelas, que incluyen un prestreno para menores de 35 años el día 20 de septiembre, las 15 representaciones de «La Cenerentola» estarán consagradas a Teresa Berganza, mítica intérprete del papel principal que acaba de cumplir 88 años.

Con un doble reparto, encabezado por las mezzosopranos Karine Deshayes y Aigul Akhmetshina, el Real abre la que debería ser la temporada de recuperación absoluta de la normalidad y, en cierto modo, la de recoger el fruto de la valentía sembrada desde el inicio del fin del confinamiento, cuando se atrevió a abrir antes que ningún otro centro de la cultura y se atrevió a implantar todos esos elementos de seguridad de la «nueva normalidad» que, esperamos, se conviertan pronto en la antigua. Así, además de lo simbólico, el nuevo curso en el coliseo operístico parte de un Rossini pero oscilará también hacia lo más contemporáneo, con el estreno de «Las horas vacías» de Ricardo Llorca este otoño, seguida por una reinvención escénica de la «Parténope» de Händel. Desde el 12 de diciembre, y casi como si de un regalo adelantado de Navidad se tratase, el turno será para «La Bohéme», de Puccini, que supondrá la vuelta de Richard Jones al Real tras el éxito que supuso la ópera cuando ya se estrenó en Madrid en la temporada 2017/2018.

Después de uno de los años más complicados de su historia, el Teatro Real espera, en ese encuentro entre los clásicos más demandados por los habituales y las nuevas, aunque contrastadas, voces de lo moderno, sentirse más joven que nunca en lo que significará su temporada centenaria. Además, en octubre del año que viene se cumplirá el cuarto de siglo desde la reapertura de la ópera, sin duda una efeméride en la que la institución hará gala de su recién ganado Opera World a la mejor casa operística de todo el mundo.